Lo público y notorio

El problema de defender lo indefendible es que refuerza los argumentos del contrario

¿dónde acaba lo público y empieza lo privado en una persona cuya función es ser un personaje público desde su nacimiento? Lo ignoro. Cualquiera tiene derecho a un mínimo de privacidad, pero, cuando su condición de personaje público se acompaña de la de inviolabilidad, la contrapartida es un comportamiento ejemplar en aquellas facetas en las que los demás mortales podemos ser violados por la Justicia. Que Casado enmarque en el ámbito de lo privado la regularización con Hacienda del Rey emérito es poner el hecho a la altura de una fiesta en Mallorca. Lo que no así. Y no lo es porque Hacienda somos todos y, aunque él emérito ya no sea Rey y los hechos se produjeran tras abdicar, también es cierto que, si no lo hubiera sido, no hubiera tenido oportunidad de llegar a una situación que el resto de sus conciudadanos, tiesos como pinos de Puerto Real, ni siquiera pueden plantearse. Y eso nos lleva a la segunda justificación peregrina: tiene derecho a acogerse a los mismos mecanismos legales que el resto de los españoles. Faltaría más. A lo que no tiene es a tener un comportamiento que le obligue a regularizar su situación con el fisco cuando valora reclamarle unos cuantos millones. Si su situación está dentro del ámbito de lo privado, todas las comisiones cobradas por decenas políticos también lo están.

¿Hasta qué punto una carta dirigida a un personaje público como es un Rey valorando la situación del país es un documento privado? Sobre todo, cuando lo que se espera es la real respuesta del monarca al que se le promete lealtad. Las conversaciones preparatorias de cualquier alzamiento son conversaciones privadas que cualquier servicio de inteligencia investiga para evitar que tengan éxito. Cuando Rocío Monasterio se queja de que el Gobierno "controle chat privados" (que es el caso) se olvida que, con las debidas garantías, también se controlan las conversaciones de los terroristas que justifican la misiva, y que la falta de control sobre estas "conversaciones privadas" fue lo que permitió el alzamiento militar en el que participó el abuelo de su marido.

El problema de defender lo indefendible es que refuerza los argumentos del contrario. Casado debería saberlo en su defensa de la monarquía. Ayuso, cuando justifica la actuación de los militares. Pero lo único realmente público y notorio es que a la presidenta madrileña todo esto se la trae al pairo.

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