LA gazuza con la que emprendieron su aventura política local los emergentes del sí se puede, con sus mareas y sus lugares ahora comunes, está demostrando hasta qué punto se ha hecho con muchos gobiernos locales la improvisación, la inmadurez y el desenfreno de sus fruslerías, no exentas de la dosis de humor correspondiente.

Empecemos el repaso por Asturias, donde una pareja de concejales nos han prometido hablar siempre con el género femenino para desagraviar el sexismo, dicen, de quienes hablamos cotidianamente con el referente académico de la RAE, que es quien hasta hoy limpiaba, pulía y daba esplendor al español. Está por ver si semejante estandarte lingüístico significará que el chico, o la chica de aburridas trazas, habrán de ir a comer sándwich de polla, aunque la carne que acompañe a la lechuga y el tomate emparedados siga siendo de pollo.

Del mismo corte es la concejala de Pamplona que nos ha enseñado lo que encierra el sostén de sus entrefrenos. La fiera radical ha puesto ante los ojos de todos eso que luchan por erradicar las asociaciones de igualdad navarras que en Pamplona se manifestaban antes de San Fermín. O sea que, líbresenos, literalmente, y al quite festivo, de esas concejalas alternativas.

Estos chicos que van de libérrimos por el mundo se empeñan en representar sólo a los ciudadanos que les votan, y pasan olímpicamente del respeto institucional que nos hemos obligado a mantener a través de las leyes y la costumbre. Se olvidan de que nos representan a todos. Por eso surge un alcalde en Santiago que se esfuerza en ser noticia por su postureo antirreligioso, más que por su acción municipal. Tal que Ada Colau, que sin que nadie se lo pida, nos ha liberado del supuesto tormento de tener en el Saló de Plens de l'Ajuntament de Barcelona un busto del Rey Juan Carlos. Igual habría que explicarle a la señora alcaldesa que Juan Carlos hizo más por esta democracia (que a ella la ha puesto donde está) que 50.000 colaus que se colaran en el salón de plenos en fotocopias a color.

Era de esperar que, viendo los titulares alcanzados, también buscaran su ratico de telediario otros colegas. No tardó el alcalde de Zaragoza, o la alcaldesa de la pontevedresa villa de Moaña, de agraviar ambos a Felipe VI, con desdenes intercambiables desde el punto de vista institucional, que les han dado su efímera aparición gloriosa.

Es la versión original de esta emergente política, y no aquella que nos prometían en campaña. Pero todo es superable. No ya en Madrid con Carmena y su Carmona adjunto, sino a lo largo y ancho de la piel de toro española. ¿Toro? ¿He escrito toro? Lavín compae, la que me van a liar los antitaurinos. Y usted que lo lea.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios