Crónica Personal

La puerta de salida

La única esperanza de que la pesadilla acabe es que Sánchez entienda que seguir con Iglesias le perjudica más que le favorece

Si Pedro Sánchez tuviera lo que debe tener un presidente, valentía, ya habría señalado a Pablo Iglesias la puerta de salida. Un presidente también debe tener sentido de Estado, que significa defender con uñas y dientes la unidad del país, respetar las instituciones en lugar de asaltarlas como ha hecho ya con varias de ellas - le queda el CGPJ y ya va a por él-, y potenciar España ante el mundo, en vez de quedarse cruzado de brazos cuando un miembro del Gobierno declara que en España no hay una situación de "plena normalidad democrática" ya que los dos líderes de los partidos que gobiernan en Cataluña se encuentran uno en prisión y otro en Bruselas. Ni una palabra sobre por qué fue condenado uno por un tribunal mientras el otro se fugó cobardemente y tiene miedo a regresar para responder ante la justicia.

Ante semejante ignominia, que se produce pocas horas después de que el ministro ruso Lavrov igualara la situación de Navalni con la de los presos catalanes, ya no hay excusa que justifique la presencia de Iglesias en un Gobierno democrático, excepto que Sánchez cree que su destino depende del acuerdo con Podemos.

El presidente ha roto los puentes con los partidos democráticos. La mano tendida de Arrimadas fue sincera, y aunque Pablo Casado ha marcado distancias siempre con Sánchez, con toda seguridad estaría dispuesto a ofrecerle apoyo si le comunicara su intención de romper con Podemos. Porque Casado está cometiendo errores importantes como líder de la oposición, pero es un hombre que piensa en España y defiende a su país y pocos dudan que ayudaría a Sánchez si de verdad se deshiciera de Iglesias. Él sí que es un ejemplo de político con déficit democrático.

Desde el primer momento el acuerdo de coalición provocó alarma generalizada, incluso se escucharon voces de alerta de destacados socialistas. Sánchez, sin embargo, se siente seguro y cómodo en coalición porque en la oposición no hay una figura que conozca los resortes que se deben utilizar para golpear eficazmente a un gobierno. La única esperanza de que la pesadilla acabe es que Sánchez comprenda en algún momento que continuar con Iglesias le perjudica más que le favorece, y que hay otras formas de asegurarse la continuidad: siempre contará con el PNV, y puede llegar a acuerdos con Casado y Arrimadas, desde dentro o desde fuera del Gobierno.

Siempre será más aceptable que gobernar con un personaje peligroso que se mueve en aguas procelosas, algunas corruptas, y que siempre se alinea con los que más detestan a España. Léase independentistas, ex terroristas … y Lavrov.

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