Y lo que queda del convento

El alcalde no le cuenta a la presidenta qué quiere hacer con el edificio de la Trinidad si el Gobierno andaluz se lo cede

En el parque confluirán el arte de contar, de leer y de escribir. Será un homenaje a la imaginación", proclamaba el 17 de diciembre de 2005 la consejera de Cultura de la Junta, Rosa Torres, sobre el futuro del Convento de la Trinidad. Y desde luego la veterana política acertó de pleno: la promesa de la Junta de convertir el deteriorado inmueble del siglo XVI en el Parque de los cuentos fue un homenaje a la imaginación, pero del Gobierno andaluz. Una más a la que más tarde se sumaron trenes litorales y megahospitales. Entonces ya figuraba una partida presupuestaria de 600.000 euros para concretar el proyecto que iba a contar con una biblioteca, un auditorio para proyecciones y representaciones escénicas, salas para exposiciones, fonoteca, filmoteca, centro de investigación, y espacios para talleres de escritura, máscaras, títeres y todo el universo que concitan los cuentos, decían las crónicas periodísticas de entonces. Pero nunca hubo un érase una vez.

No estaba entonces muy de acuerdo el alcalde de Málaga, que siempre contempló el convento como el escenario adecuado para abrir un museo arqueológico, que finalmente acabó en La Aduana, a su pesar. En 2011, con Paulino Plata al frente de Cultura, la historia del cuento pasó a mejor vida. La crisis fue la excusa ideal y entonces se anunció que el edificio serviría de sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Su sucesor, Luciano Alonso, propuso en 2016 que el Gobierno trasladara a este BIC la biblioteca provincial. Esta semana, el nuevo consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, acudió al abc de la política cuando existe un problema que no se quiere solucionar: anunció la creación de una mesa técnica para que el sector cultural, la universidad y los colectivos ciudadanos propongan qué se puede hacer allí.

No le sentó muy bien esa propuesta a Francisco de la Torre, que el pasado 25 de agosto le envió una de sus tradicionales cartas (espero que alguna vez el Ayuntamiento de Málaga las edite y publique como antología) en la que solicitaba la trasferencia del convento a cambio de aceptar la recepción de más de 40 kilómetros de carreteras autonómicas que la Junta le quiere endosar al municipio para librarse de su mantenimiento. El regidor no le cuenta a Susana Díaz qué quiere hacer con el edificio, fiel a su estrategia de secreto de Estado, cuando tiene en la cabeza una idea que evita compartir con alguien. Sólo le dice que quiere impulsar soluciones de futuro en contacto con los vecinos de la Trinidad. De aquí a poco, acabaremos por responsabilizar del desaguisado a Isabel la Católica, por acampar en su día en el suelo donde luego se levantó el convento.

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