La realidad simulada

La Junta de Andalucía va camino de convertirse en un trampantojo político fabricando un mundo virtual

La Junta de Andalucía va camino de convertirse en un trampantojo político. El esfuerzo por desfigurar los hechos fabricando un mundo virtual, ofreciendo a los ciudadanos perspectivas imaginarias parece ser el principal empeño del nuevo gobierno. Desde que en su inicio trató de ocultar la existencia de un acuerdo tripartito, sus mejores esfuerzos van dirigidos a la inútil misión de embaucar con frases grandilocuentes, eslóganes y promesas, que se van desvaneciendo conforme se contrastan con la realidad. Los nuevos dirigentes de Andalucía han sabido hacer uso intensivo de la máquina de propaganda que supone el gobierno para lanzar sus discursos que, más que abrir nuevos horizontes a la región, se centran en la mala situación creada por la gestión socialista. Sin posible refutación ni pruebas fehacientes se comenzaron a barajar cifras, datos y listados sin otro objetivo que desprestigiar al anterior ejecutivo y advertir a lo andaluces del tremendo engaño en el que han vivido, y al que han votado, durante casi cuatro décadas.

Sería injusto exigirle al actual gobierno logros significativos (no ha habido materialmente tiempo) pero bueno sería que sus mejores esfuerzos se dirigieran no tanto a criticar y poner en solfa la gestión anterior, sino a diseñar un proyecto para Andalucía del que hasta ahora carecen. La comparecencia que al alimón, y haciendo balance de estos seis meses, hicieron el presidente y el vicepresidente de la Junta, son fiel reflejo de esta práctica política. Se anunciaron planes de choque, que por su naturaleza son de corto alcance y lo que pretenden es, más que paliar un problema, poner de manifiesto una carencia de la administración anterior. Pero el eje central del discurso fue el esfuerzo que se hará para seguir investigando las irregularidades sobre subvenciones y pagos que puedan existir, sin otro horizonte que subrayar defectos anteriores que, a la postre, después de tanto aspaviento, irán reduciéndose a sus justos términos, como ha ocurrido con la administración paralela, las retribuciones de los consejeros o la supresión de llamados "chiringuitos socialistas". Esta ausencia de proyecto futuro solvente, no les impide escalar los máximos niveles de autobombo, proclamándose como el gobierno del cambio, de la estabilidad y del diálogo, pero ensombreciendo, en esta construcción virtual, el tercer elemento para tan excesivos elogios: Vox, que, en este caso, se merecía un sitio preferente en ese balance oficial.

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