Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

La rebelión de los lápices

No se destruyen los fundamentos del mérito, del trabajo ni del esfuerzo por suprimir los deberes en casa

Tras la primera huelga de deberes en España -recordemos que las familias francesas ya tomaron esta iniciativa hace más de 4 años-, convocada por la CEAPA para todos los fines de semana de noviembre como medida de protesta contra la ausencia de eficacia y de valor pedagógico de los deberes que les mandan a los niños en el colegio y que les sobrecargan en exceso de trabajo por las tardes, sorprenden las declaraciones de los profesores que, junto con la CONCAPA y el Ministro de Educación, se muestran totalmente contrarios a lo que llaman "ejercicio de insumisión".

Según dicen, esta huelga socava la autoridad académica y maleduca a los alumnos al trasmitirles que los padres mandan más que los profesores, pero olvidan estos educadores que su trabajo acaba cuando los niños salen del colegio y que, al llegar a casa, los padres nos convertimos en auténticos subcontratados pedagógicos sin sueldo, que debemos soportar la sobrecarga de tareas escolares que ellos les imponen y que genera conflictos casi a diario entre niños y padres, torturados todos hasta bien tarde.

Además, la utilidad pedagógica de los deberes no está demostrada ya que, si los alumnos han entendido la lección en el colegio, los deberes por la tarde son ineficaces ya que no aprenderán nada más si no tienen delante al profesor, a menos que los padres se transmuten en profesores en casa y que, en vez de disfrutar de sus hijos y descansar de la jornada laboral, echen otra jornada más en estudiar de nuevo Primaria y Secundaria junto con sus hijos para que estos puedan terminar la batería de deberes que les mandan. Y encima si no los hacen por el agotamiento de una jornada desmedida (5 ó 6 horas en el cole más 3 ó 4 de deberes en casa), van a ser regañados por sus profesores, y si los hacen bien, también por la sospecha de que les hayan ayudado sus padres.

En Francia una circular de 1956 prohíbe que a los niños de Primaria se les manden deberes para casa, aunque las asociaciones de padres han denunciado su sistemático incumplimiento. En España no están prohibidos en ningún nivel educativo y los pequeños desde los 6 años tienen que hacer un sobreesfuerzo diario que limita su desarrollo emocional y cercena su derecho al descanso y a disfrutar en familia. Como en Francia, aquí tendríamos que abogar por su total supresión, militando por que los niños exclusivamente trabajen en el colegio, ya que los deberes son un auténtico castigo familiar añadido al final del día que no es educativo y que origina disputas familiares.

Por otra parte, los deberes acentúan las desigualdades entre los niños ayudados por sus padres y los que tienen la desgracia de que éstos trabajen por las tardes o vengan demasiado cansados como para hacer divisiones y fracciones como penitencia añadida al final de la jornada.

No se destruyen los fundamentos del mérito, del trabajo ni del esfuerzo por suprimir los deberes en casa, la eficacia y los resultados dependerán de las explicaciones y ejercicios realizados en clase, siendo injusto que se desplace la carga a los padres-profesores para que enseñen lo que no da tiempo en el colegio y para acelerar la programación y terminar el libro de texto.

Es intolerable que un niño o adolescente salga del cole y no pueda levantar los codos de la mesa hasta la hora de cenar, esto no ayuda a crear hábitos de estudio, sino de absoluto rechazo y aborrecimiento hacia un sistema educativo completamente obsoleto. Y ya sabemos que España no es Finlandia…

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