Ignacio del Valle

¿Lo recogerá 'Pedrolobo'?

El gran debate en Málaga no es el pin, el pan o el PUK, sino si Marisol irá a recoger su Goya

El gran debate en Málaga no es acerca del pin, el pan o el PUK. Es acerca del pronóstico de si Marisol, Pepa Flores, irá a recoger su Goya Honorífico en persona o no. Esa es la quiniela. Ante la gran cita de la empapada moqueta descarbonizada, con gran protagonismo crisis climática no sorprendería que recogiesen el galardón de Marisol nuestros galanes Pedrolobo Sánchez y Caperucita Iglesias. Ambos también son buenos actores honorables. Por narcisismo y protagonismo que no quede. Dura poco la alegría lluviosa. Venimos de una sequía a lo franquista y aquí nos tiene mirando al cielo como labriegos de la fama, por la "Gloria" de su madre. Con cuentagotas accedemos a los secretos del estado del Martín Carpena transformado en teatro Leaving Las Vegas. Premonición de lo que pasa en los Goya se queda en los Goya. Jarrean profesionales del gañote vil a cóctel y mantel con gastos pagos. Nuestra comicidad vestida y enjoyada de muestrario celebrará una inolvidable noche en la hospitalaria y malagueña gala. Para entrar a formar parte de la Academia del Cine hay que solicitar la admisión y una hoja curricular que demuestre méritos con la participación en varias producciones cinematográficas acreditadas. En el formulario de la solicitud como miembro numerario de la Academia del Cine, junto a los datos personales, se precisa pertenecer a una de las siguientes especialidades: animación, dirección, dirección artística, dirección de fotografía, dirección de producción, diseño de vestuario, efectos especiales, guión, interpretación, maquillaje y peluquería, montaje, música, producción, sonido o documental. Si las cifras que he bicheado no están caducas, "la matrícula de inscripción" en la Academia del Cine ronda los 120 euros y se apoquinan cuatro cuotas trimestrales de 60 euros al año ¿Es buena ganga o no? Por 240 lereles una invitación con viaje y estancia a lo todo incluido. Pero no es papel cuché, ni selfi todo lo que reluce, en este escaparate de currantes y vanidades la sombra de los flases oculta un galopante paro. El costoso montaje brilli brilli, celosamente guardado por la productora El Terrat, vela las tiesuras de un sector audiovisual en el que la mayoría del gremio navega por los números rojos de la intermitencia y la incertidumbre. Ese es el gran debate de la industria audiovisual, que dicen que tiene mucho futuro desde que tengo uso de profesión. La misma de la que desertó nuestra vecina Marisol.

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