¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El regreso del comunismo

'El manifiesto comunista' debería estar en los museos, no en las mentes y los corazones de los políticos actuales

Que no todos los políticos actuales son unos analfabetos lo ha demostrado la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en su prólogo a la nueva edición de El manifiesto comunista que Galaxia Gutenberg publicará esta semana. El texto está harto bien escrito, sobre todo la primera parte, antes de que la también vicepresidenta segunda del Gobierno recurra a todo tipo de mañas para llegar a concluir, a modo de colofón triunfal, que en el panfleto escrito por Marx y Engels en 1848, late una "tan vital como apasionada defensa de la democracia y la libertad". Karl y Friedrich, brillantes y soñadores, no eran conscientes de que aquel librito iba a desembocar en la mayor matanza de la historia, con decenas de millones de asesinados y pueblos condenados durante décadas a la miseria moral, económica y política, pero eso no significa que cuando hoy se escriba un prólogo sobre este texto se omita su condición de semilla tarada. El devastador efecto mariposa de la historia logró que las intuiciones de unos revolucionarios de gabinete acabasen concretándose, sin que ellos llegasen siquiera a sospecharlo, en los cementerios de Ucrania, los gulags de Siberia, los campos de reeducación de China, las fosas comunes de Camboya, los tiros en la nuca de Katyn...

Una reedición del Manifiesto siempre es oportuna. Al fin y al cabo estamos ante uno de los textos políticos fundamentales de lo que se llamaba el mundo contemporáneo. Pero esta recuperación debe ser siempre científica y arqueológica, como se desentierran los restos de un antiguo y sangriento sátrapa mogol, no "un acto de memoria y redención", como escribe Yolanda Díaz. El Manifiesto debe estar en las vitrinas de los museos y los departamentos universitarios, no en las mentes y los corazones de los políticos actuales.

Curiosamente, el mítico inicio de El manifiesto comunista -"Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo"- está más de actualidad que nunca. El comunismo no desapareció con el Muro de Berlín, por el simple hecho de que no era un mero bloque geopolítico, sino una religión con numerosas sectas e iglesias que llegó a inocular su palabrería pseudocientífica en millones de almas cándidas y/o perversas. Desde la crisis de 2008 asistimos a su regreso silencioso, fenómeno que a veces se manifiesta de forma burda y cómica (como aquellos frikis que se dedicaron hace unos días a colgar pancartas de Stalin) y otras de una manera mucho más inteligente y comedida, como es el caso del prólogo militante de Yolanda Díaz.

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