LA aclamación del malagueño Juan Manuel Moreno Bonilla como presidente del Partido Popular en Andalucía y candidato a la Presidencia de la Junta ha de abrir una nueva etapa en la historia de esta organización y en la política andaluza en su conjunto. El primer objetivo del nuevo líder ha de ser asentarse como tal y hacer olvidar a los ciudadanos el periodo de provisionalidad abierto tras la renuncia de Javier Arenas y el desastroso proceso de designación del propio Moreno Bonilla, alejado de todo atisbo de democracia interna. Es de destacar que tras su nominación el nuevo dirigente ha logrado concitar en pocos días el respaldo de todos los dirigentes y de la inmensa mayoría de los militantes. El espectacular cierre de filas en torno suyo sugiere una voluntad expresa de hacer valer la unidad por encima de otras consideraciones y un afán compartido de superar la crisis y volver al punto de partida del PP más potente, el de las tres victorias electorales consecutivas en Andalucía. Juan Manuel Moreno ha adoptado también decisiones de carácter orgánico que reflejan un liderazgo fuerte, integrador y renovador. Ha puesto un cuidado exquisito en recuperar los equilibrios territoriales en la conformación de su equipo de colaboradores más cercanos, apostando por un comité ejecutivo procedente de las distintas provincias y evitando que su llegada a la cúpula del PP andaluz pudiera interpretarse como la marginación de la organización de Sevilla, beneficiada por los líderes anteriores. Al mismo tiempo ha confirmado al portavoz parlamentario y elegido como secretaria general, número dos del partido, a otra diputada, que es también alcaldesa de una población de la Andalucía interior, aquella que más se resiste al avance electoral del PP. Los principales cargos de la dirección que encarna Moreno Bonilla pertenecen, como él mismo, a generaciones bastante más jóvenes que Arenas y Zoido. Es un aviso de que el relevo va en serio.

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