Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

Un respeto, señores

ES muy fácil cantarle al belmonteño Altozano o a la quiñonesca Caleta, lo complicado es piropear a la calle Imagen -más fea no la hay- o al barrio de Loreto. El mapamundi de Fernando Villalón se dividía en dos: Cádiz y Sevilla, y la concesionaria de la autopista es la que hace caja cada vez que se atraviesa el ecuador del Cerro del Fantasma. En el Falla se han enfadado con la comparsa sevillana Los que barren pa casita porque dedicó todo su repertorio a su ciudad. Qué pechá. Ni un piropo a Trimilenaria, ea. El Falla es teatro por excelencia, el público no sólo condena y corona, sino que sugiere las letras: se busca al gallinero para indignarlo con coplas sevillanas o al patio de butacas con un pasodoble sentío sobre pacientes que se mueren en las esperas de Urgencias del SAS. Esa caja de ladrillos rojos y arcos mudéjares ha exportado un modo de celebrar el Carnaval, y ahora recibe sus ecos: nunca imaginé que un cuarteto de Alcalá de Guadaíra levantase carcajadas en el teatro. Montaditos de presa ibérica La Pantoja. O que la comparsa de Córdoba fuese la que mejor vocalizase. La Pantoja fue pregonera del Carnaval, pero Teófila no la ha desposeído del título como sí hizo Susana con la medalla del 28-F, la que no le dan a Burgos, así que esto no es para tomárselo muy en serio. O tan en serio como la ironía, la burla y la sátira. Un respeto, señores, que hay gente que no ríe nunca. Y vienen. Y pueden.

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