De reyes republicanos a dictadores demócratas

Las dictaduras siempre han tratado de manipular a la opinión pública de las naciones democráticas

Durante los últimos años, el conflicto intelectual que viven los autodenominados progresistas con ciertos conceptos va de mal en peor. Desde que Zapatero se regodeaba con el republicanismo del Rey Juan Carlos I sentimos que todo podía ir a más. Por tanto, no nos sorprenderá que hoy el consejo de ministros más amplio y costoso de la historia de España sea incapaz de definir como dictadura al gobierno de Cuba. El hecho de que fuera una opinión aislada podría entenderse como una casualidad, pero cuando les ocurre a todos indica que la imposición ideológica es muy grave y la cuestión que surge es inmediata ¿en manos de quién estamos?

Curiosamente los años posteriores a la Guerra Civil española estuvieron marcados por un importante embargo internacional que dio pie a la autarquía. Pero, a pesar de dicho embargo, nadie duda que el gobierno de nuestro país fuese por ello menos dictadura. Sin embargo, al escuchar a la ministra Irene Montero decir que la situación de Cuba no es una dictadura, sino el resultado del embargo internacional, cabe pensar si también estará exculpando al gobierno de Franco y considera también que no fue responsable de sus actos sino producto de la presión de los demás. Escuchar sus declaraciones, mientras detienen a una joven en su casa que estaba siendo entrevistada por televisión en España o lanzan a los manifestantes al interior de camiones de basura para llevarlos a lugares desconocidos, es realmente repugnante. Las dictaduras siempre han tratado de manipular a la opinión pública de las naciones democráticas porque saben que ahí está su debilidad. Hoy en día, para disimular el poder omnímodo del líder, se esconden tras los gobiernos de partido único, lo que Franco vino a denominar "democracia orgánica", y que hoy sigue siendo la forma de autoengaño para todo fanático. Por ello, lugares como Cuba, Corea del Norte, Rusia, China, Venezuela o Singapur controlan férreamente los medios de comunicación mientras aleccionan al mundo sobre cómo debe ser la democracia. Y ellos, por supuesto, no dudan en envenenar a los opositores, encerrar a los librepensadores o clausurar a los medios críticos. Esperemos que tanta presión ideológica no impida ayudar a nuestros hermanos cubanos que, no lo olvidemos, podrían seguir siendo una región europea más si no hubiesen pesado tanto las obsesiones independentistas de algunos.

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