La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Como rocío antes de la aurora

Ella es el origen y la razón de lo que estos días con tanto gozo se vive para escándalo de los corazones secos

Cuando en el XVII los almonteños empezaron a llamar Rocío a Santa María de las Rocinas y trasladaron su festividad del 12 de septiembre a Pentecostés, lo hicieron, como se recoge en las Reglas de 1758, "no sin mística alusión" a la acción fecunda e invisible del Espíritu Santo, como se expresa en los textos litúrgicos ("que la infusión del Espíritu Santo purifique nuestros corazones y los fecunde con la íntima aspersión de su rocío") inspirados en los salmos judíos ("Te engendré como rocío antes de la aurora").

Asombroso acierto que sólo pudo ocurrírseles penetrando hasta lo más hondo el misterio del rostro de la Virgen del Rocío. Ninguna otra imagen representa como esta a la mujer discreta pero muy segura de sí misma, modesta pero consciente de su dignidad única, humilde pero más sabía que los sabios y más poderosa que los reyes, serena pero sin poder contener la sonrisa que le ilumina el rostro al recrear su mirada baja en el fruto de sus entrañas. En Pentecostés María comprendió por fin todas las cosas que guardaba y meditaba en su corazón desde Belén hasta la Cruz y la Resurrección. Por eso esta imagen inagotable y poderosa a la que llamamos Rocío es la gozosa madre de Belén, la luminosa madre del primer milagro en Caná, la dolorosa madre del crucificado, la gloriosa madre del resucitado y la madre de la Iglesia nacida en el Cenáculo de Pentecostés.

Ella, y sólo Ella, es el origen y la razón de ser de lo que estos días con tanto gozo se vive en aldea; de lo que se canta, se baila, se bebe, se ríe y se llora para escándalo de quienes tienen el corazón tan seco como aquella Mical que se escandalizó al ver al Rey David cantar y danzar delante del Arca, y como los fariseos que acusaron al Señor de "glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores y pecadores". Nada nuevo. Chaves Nogales, viendo partir las carretas de Triana en 1936, escribió: "Algún beato intransigente protesta contra el paganismo que rezuma el festejo y contra la falta de auténtica religiosidad de los romeros. Algún beato del otro lado -que también en el otro lado hay beatería- les señala rencorosamente con el dedo, llamándoles fascistas… Pero a despecho de unos y otros, la gallarda comitiva surca jubilosa los campos de Andalucía envuelta en la simpatía popular". Todavía existen estos dos tipos de beatos. Pero a despecho de unos y otros…

Dedicado al amigo almonteño Juan Ignacio

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