Entre la salud y el negocio

El problema que provocan los defensores de este test-centrismo es mucho mayor de lo que podamos imaginar

El debate sobre la posibilidad de que los test de antígenos puedan ser realizados en las farmacias se ha instalado en España. Ya son varios países europeos los que permiten su ejecución en estas instalaciones, como Francia, Portugal o el Reino Unido. Sin embargo aquí, donde el Covid está haciendo estragos, nos permitimos una discusión bizantina para ver si, alargando el tiempo, logramos dejar las cosas sin arreglar.

Durante esta terrible pandemia han sido muchos los sectores que han tenido que adaptarse a las circunstancias. Se han aceptado maestros, sin el máster de Secundaria, para poder atender a la disminución de ratio de alumnos por clase. También se ha acudido a alumnos del último curso de Medicina para desarrollar actividades de apoyo a los médicos que estaban exhaustos. Todos tratamos de colaborar en lo posible. Y resulta que, cuando hace falta incrementar el número de test a la población, sale un colectivo negándose a ello. Nadie se imagina cuánto se tarda en formar a una persona del sector sanitario para tomar una muestra nasofaríngea con un hisopo, aunque por la importancia que alguno indica deben ser varios años de carrera. Pero cabría pensar que nuestros farmacéuticos no deben ser mucho más torpes que los de los países que lo han permitido.

El problema que están provocando los defensores de este test-centrismo es mucho mayor de lo que podamos imaginar. Durante la primera oleada ya llegamos al colapso de las instalaciones y al contagio de miles de sanitarios. Ahora, cuando necesitamos nuevamente a todo ese personal para atender a los enfermos, algunos prefieren colapsar los análisis clínicos. ¿Y cuándo llegue la hora de poner 94 millones de vacunas qué vamos a hacer? Porque, si bien es lógico que las vacunas las pongan los sanitarios, tendrán que decidirse a soltar algo, porque no pueden crear un cuello de botella en un país que tiene a su economía moribunda y a su clase política enfrascada en sus sectarios debates.

Mientras siga ocurriendo que un test de antígenos, cuyo precio ronda los 5 euros, se esté cobrando a 50 o más en muchas clínicas, esta controversia sanitaria parece responder al más puro interés económico. Pero si fuesen capaces de ver lo que se les viene encima con las vacunas, a lo mejor cedían un poco. Porque como decía el inglés Richard Branson: "Las oportunidades de negocio son como los autobuses: siempre hay otra viniendo".

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