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La Moncloa supera a la londinense Saville Row en la que desde finales del siglo XVIII fueron abriendo las mejores sastrerías del mundo. Y Pedro Sánchez es el maestro sastre que supera a los Gieves & Hawkes, Henry Poole, Norton & Sons y Anderson & Shepard que se fueron labrando su prestigio desde 1771, 1806, 1821 y 1906. A él le han bastado seis meses, del 23 de julio al 23 de enero, para superar los centenarios logros de esos maestros del jaboncillo, las tijeras y la aguja. Con la ventaja sobre ellos de que el magnífico traje hecho con los mejores paños, un cuidado y un mimo que lo convierten en una segunda piel, le sale a su único y exclusivo cliente a un precio muy apañado: solo siete votos. Eso sí, apañado solo para el cliente porque el coste real lo paga el país, como sucedía con los zapatos de Imelda Marcos, las pieles de Elena Ceaucescu, los 5.000 diamantes de la corona de madame Bokassa o el guardarropa de Evita Perón.
Pero hay que reconocer que la confección lo merece. Contradiciendo aquello de que el hábito no hace al monje, el traje a la medida cortado por Sánchez tiene la prodigiosa facultad de convertir al prófugo en estadista exiliado, al nacionalista reaccionario en progresista, al buscado por la justicia en amnistiado. Y lo que haga falta. Ni Cecil Beaton diseñando el traje del baile en la embajada que convirtió a la florista en una princesa logró tal milagro. Porque, a diferencia de la Eliza de My Fair Lady, Puigdemont ha triunfado sin necesidad de que un profesor Higgins cambie su forma de hablar con clases de fonética democrática: sigue diciendo en Waterloo, en el Parlamento Europeo y en sus discretisimos cabildeos con Yolanda Díaz y Santos Cerdán lo mismo que decía en la Generalitat y dirá cuando se entreviste con su sastre y cuando regrese a España creyéndose otro Tarradellas. El traje ha logrado transformarlo sin que cambie su discurso.
¿Le tira la sisa? Se indulta, se reforma el Código Penal y se admite el lawfare. ¿El pantalón no tiene una caída perfecta? Se condonan los 1.500 millones de la deuda de Cataluña con el FLA. ¿La buena vida en Waterloo exige ceñidores en la cinturilla? Se amnistía. Y si esta no da para que, además de Puigdemont, quepan en los pantalones el Tsunami Democràtic y los CDR, se crea un nuevo concepto de terrorismo light que no causa violaciones graves de derechos humanos. ¿Es sastrería fina o no?
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