Las secundarias de Cs

Resulta casi ofensivo que haya recurrido a esta pantomima electoral y tenga el descaro de llamarlas primarias

El partido que creó Albert Rivera llegó para regenerar la vida política. Con una pretendida superioridad moral venía a abanderar la transparencia, la limpieza y rectitud en la actividad partidaria, prisionera del comportamiento turbio y condenable de los partidos tradicionales a los que trataba de sustituir. Había encontrado los mecanismos mágicos para evitar que sus listas no se vieran enturbiadas por corruptos y militantes arribistas capaces de cambiar de partido sin renunciar al acta o escaño que habían conseguido. Ese partido en el que la ambición de sus dirigentes era inversamente proporcional a su coherencia ideológica vio como en poco tiempo todos sus planteamientos y superioridades eran desmentidos por la realidad.

En su vertiginoso declive, una vez perdido cualquier referente ideológico, todas sus pretendidas proclamas de liberalismo y centrismo se han estrellado con su presencia y apoyo a manifestaciones y actos que en Europa ningún partido de su supuesta ideología hubiera tolerado. Desprovisto de cualquier coherencia estratégica en su corta existencia, se ha convertido en un apéndice fiel y sin fisuras de Vox y del PP, desaprovechando las muchas oportunidades que ha tenido para marcar perfil propio y conformar una personalidad política de la que ahora carece.

Llegado el punto máximo de desorientación y desesperación, la principal dirigente de esta formación planteó de forma sorprendente la posibilidad de concurrir a las próximas confrontaciones electorales con el PP. Parecía más el ruego desesperado de absorción para asegurarse la supervivencia que la propuesta de una verdadera coalición electoral. En este reguero de desaciertos, la última ocurrencia ha sido convocar en Andalucía unas pretendidas elecciones primarias en las que se da un plazo de dos días para presentar candidaturas, dos para hacer campaña y dos para votar. Resulta casi ofensivo que el partido que en su día trató de distinguirse por su limpieza orgánica haya recurrido a esta pantomima electoral y tenga el descaro de llamarlas primarias. Por eso, por la escasa trascendencia de este adulterado sistema electoral y por la mínima repercusión que tendrá en el devenir político, sería bueno rebajar su importancia y más que primarias llamarle secundarias, que es la importancia que puedan tener. Lo lamentable es que los muchos o pocos liberales que hay en este país se merecerían un mejor partido que los trate con mayor respeto y dignidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios