Pasamos buena parte de este año que mañana culmina exigiéndole a la Junta de Andalucía que tomara medidas ante la sequía que nos azotaba y lo terminamos con agua almacenada en los embalses para un consumo en condiciones normales durante los próximo cuatro años. Ésa es la paradoja de un problema endémico de esta provincia, que siempre esperamos que la naturaleza lo solvente a tiempo y por las bravas. Como en esta ocasión, después de dejar en apenas unas horas precipitaciones de casi 400 litros por metro cuadrado en poblaciones como Campillos.
Las inundaciones representan el recuerdo más reciente por su proximidad y la imagen, con todas sus lecturas, que bien puede resumir este año. Y pese a la muerte de un bombero, José Gil, hubo suerte. Todos los expertos consideran que si el fenómeno de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) se hubiera registrado en otra zona más poblada, la catástrofe habría sido muy superior.
Más que una riada, Francisco de la Torre prefiere la gota malaya como fórmula de martirio para propios y oponentes, a los que acaba por derrotar por desesperación. Bien puede dar fe Elías Bendodo, que con suerte en dos semanas integrará el nuevo gabinete de la Junta y verá que, por fin aleja su cáliz. La Junta también puede figurar en el libro de los damnificados del munícipe a cuenta del Metro. Aunque quizá se le pueda reprochar al regidor que se ha perdido en polémicas estériles en vez de plantarse con todas las consecuencias ante la nefasta gestión que han padecido los malagueños con las exasperantes obras del suburbano.
Con la llegada del nuevo Gobierno central, como seguramente sucederá con el advenimiento del Ejecutivo andaluz, pero con el partido contrario, el PSOE dejó de preguntarse por los proyectos pendientes en la provincia o simplemente los ignoró. Como sucedió con el tren litoral. Beligerantes los socialistas con Rajoy en la Moncloa, enmudecidos durante la etapa de Sánchez. Mucho tendrá que espabilar la plataforma ciudadana que lidera la inquietud por el futuro de esta infraestructura ferroviaria si no quiere verla sumada a las asignaturas pendientes que durante décadas recitan periodistas de varias generaciones en Málaga: de los Baños del Carmen al saneamiento integral.
Los crímenes de la banda de sicarios suecos, que afortunadamente no fueron tan profesionales como aparentaban, salpicaron de sobresaltos el año para reverdecer las historias de mafias que desde siempre integran el paisaje de la delincuencia en la Costa del Sol. Un año informativamente bastante seco pero que acaba en riada. El ciclo continúa.
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