La tribuna

Juan Carlos Pérez-Lanzac López

Dos servicios del Hospital Carlos Haya

PIENSO que si cualquier país europeo y no digamos sudamericano o africano pudiera disponer de la red sanitaria de España, harían virguerías. España dispone de unos recursos humanos sanitarios de gran categoría y de una red hospitalaria y de asistencia sanitaria envidiable. De lo que no dispone es de dirigentes con sentido común para dirigir este tinglado.

Yo he tenido que ir a urgencias de nuestro hospital Carlos Haya varias veces en mi vida, para mí o de acompañante y siempre entro acojonado y salgo con las mismas preguntas. ¿Cómo es posible que Málaga lleve tantos años con un servicio de urgencias tan nefasto? ¿Cómo es posible que los profesionales médicos y de enfermería aguanten la presión asistencial en un espacio tan inadecuado? ¿Cómo es posible que los usuarios se conformen? ¿Cómo es posible que todavía no haya llegado un gerente con criterio lógico de reformar desde el punto de vista arquitectónico y funcional este servicio? Con otra distribución y con un poco más de espacio se podría realizar una atención menos estresante y más relajada.

El servicio de urgencias me recuerda a un hospital de campaña del ejército en un conflicto bélico. Enfermos reliados entre ellos, los médicos acudiendo de enfermo en enfermo. Los enfermeros cada uno por su lado y mezclados todos.

El que entra con un cólico nefrítico, tiene que ver al que está vomitando, el que vomita se apoya en el enfermo del sillón adjunto que está esperando que lo atiendan. En medio una enfermera tomándole la tensión a otro enfermo y por el pasillo un médico buscando un despacho porque no hay suficientes y atienden al enfermo en el pasillo. Una pena y un espectáculo.

La falta de privacidad llega a tal extremo que la última vez que estuve ingresaron a una señora en una camilla y todos vimos como iba medio tapada, no por culpa del celador, sino porque se fue la sábana con sus movimientos, pero como no existe una correcta distribución, todo lo que nos pase en ese espacio será presenciado por los demás, y ya no digamos de las conversaciones. La Policía suele llegar con indigentes o presos y el espectáculo está servido.

He trabajado en nuestro hospital 26 años y nunca he visto un servicio de urgencias digno, en donde los médicos ejerzan su trabajo con comodidad y sin estrés. Donde los enfermos gocen de privacidad y los familiares en una sala con buenos asientos y buen aspecto.

Nunca he entendido por qué los gerentes no han luchado por un servicio de urgencias de calidad y sin embargo gozamos de grandes servicios de alta calidad asistencial.

Incluso de una gran cafetería nueva que lleva algunos meses funcionando.

Los gerentes tampoco han entendido lo que es disponer de un servicio de farmacia de calidad y las grandes prestaciones que los farmacéuticos podemos suministrar para elevar la calidad asistencial del hospital.

En Málaga siempre hemos sido el vagón de cola sin ser considerados de acuerdo a nuestro nivel de preparación y capacidad de servicio. Los grandes hospitales de España disponen de unos servicios de farmacia que ya los hubiera yo querido para el mío, sin embargo estas capacidades y posibilidades continúan sin ser apreciadas.

Nuestros responsables hospitalarios, desde hace muchos años nos han contemplado como puros economizadores del medicamento y parece que no quieren darse cuenta que los farmacéuticos no somos economistas. Somos facultativos científicos con una gran formación en el conocimiento del medicamento. El Estado y nuestros padres invirtieron mucho dinero para formarnos, y trasladar nuestros conocimientos a la sociedad, pero no para controlar el gasto farmacéutico, para eso están los dignísimos administradores.

Le diría a los gerentes que no es tan difícil, quitar tabiques del servicio de urgencias y reorganizar la distribución y si no saben es cuestión de ver cómo lo hacen otros hospitales. Viajen y dense una vuelta por las urgencias de otros hospitales de España.

Visiten otros servicios de farmacia. Se enriquecerán y adquirirán ideas. Seguro que los gerentes y directores médicos no ingresan por urgencias, sería una experiencia para ellos que les ayudaría a dirigir un hospital. Por supuesto que no les deseo ninguna enfermedad, pero si la vida les pone en esta circunstancia, pruébenlo.

En Estados Unidos los aspirantes a director de hospital, han de sufrir un recorrido por todos los servicios del hospital desde el sótano hasta la última planta, según me contaba un primo que ejerce de psiquiatra en un hospital de Nueva York.

Me da vergüenza en este aspecto de ser malagueño y me enorgullezco del personal sanitario que sacan adelante a los enfermos en esas malas condiciones.

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