Letra pequeña

Javier Navas

Aquellos sestercios antiguos

LAS crisis son cíclicas; los manilargos también. Esta mala tarde con pinta de durar años no será la única causa de que algunos hagan de su necesidad vicio; pero con tanto moroso cobrar una quiniela de quince es más fácil que cobrar una deuda, a los seguratas de supermercado les faltan ojos para controlar a dioses hindúes de muchos brazos y recuperamos del polvoroso altillo jerseys fuera de temporada como se recuperan trabajos fuera de la ley. En 2005 cayó una banda de expoliadores en el yacimiento arqueológico de Acinipo. Pasan cinco años y otra vez pelan la ciudad; de monedas, sobre todo. En mes y medio se han cavado 400 agujeros: parece talmente la Carretera de Cádiz. Redondos socavones para los que son menester palas y azadas, sacadas de campos que nadie ara y de obras en las que los obreros ya sólo obran sobre la madre del promotor. La autoridad echa cuentas de cuatro asaltos. De momento los golfos ganan por puntos.

La nueva promoción viene bien pertrechada. La puntería que tienen clavando la espiocha sólo se explica por la calidad del aparejo high tech con el que localizan el material bajo tierra. Siempre cuando el sol se pone y no queda más que algún viejo fantasma envuelto en sábanas senatoriales. Aprendimos con sir John Falstaff que son los quinquis "favoritos de la luna". De día duermen y el guarda vigila; de noche salen y el guarda se acuesta. Como decía el chiste: "Aquí hay que organizarse".

La historia de la ciudad de Acinipo es más corta que la de su decadencia. Hubo tiempos en que los patios de las casas de la zona se adornaban con chirimbolos patricios que se cogían allí como se cogen higos. Luego alguien discurrió que Acinipo era patrimonio público y debía ser protegida. Protegida del público, particularmente. Pero para eso no vale colgar un CD de un capitel para que el brillo espante a los ladrones como a los gorriones. Estos pájaros se las saben todas. Quizá mejor que los espantapájaros: hemos descubierto que los primos serranos de Lara Croft se llevan cosas... pero no cuáles, porque estaban demasiado bien enterradas. Lo ha dicho el director de las investigaciones en el yacimiento, quien tendría que contar con más medios que los bandoleros. Por su labor desentrañando vestigios se hacen dignos de una beca. Lástima que la autoridad parezca incapaz de otorgarles una Erasmus en el penal de Alhaurín. Rafael Lara, responsable rondeño de Seguridad Ciudadana, pide cámaras, presencia nocturna y coordinación entre cuerpos de seguridad, cuando la multitud de cuerpos de seguridad patrios han soportado de sus responsables una secular coordinación epiléptica.

Tampoco pasará nada cuando se pierda el último adoquín de Acinipo si de todas maneras sólo la recordamos de expolio en expolio. "Lo que nuestro desdén rechaza, queremos recuperarlo luego", decía otra criatura de Shakespeare. Era un romano, me parece.

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