PAPÁ fumaba mucho, quizás por ese motivo nunca habló con Franco. Ya se lo advirtió mamá: "Deja de fumar, cariño, que al Generalísimo de todos los ejércitos por la gracia de Dios no le agrada. Con ese talante cómo vas a dar ejemplo a los niños. Mira a don Saturio, el vecino del tercero derecha, que no fuma, ni bebe, ni vende tabaco, y el otro día en la tienda de ultramarinos, al pedir cuarto y mitad, oí que le habían concedido un estanco y la Encomienda de Isabel la Católica a título póstumo". Así de simple.

Tío Basilio solía decir que el tabaco mata lentamente y el que fulminaba era Franco. Bueno, al tío Basilio siempre se le notó una vena anarco-republicana-trotskista, le gustaban las mujeres de vida alegre y los percebes con orujo de Villagarcía de Arousa. Tío Basilio tuvo que embarcar rumbo a La Habana por un lío de faldas, era vox populi. Tío Basilio contaba que mamá conoció a papá en una trinchera leyendo Adiós a las armas de Hemingway y ejerciendo de enfermera en la Cruz Roja y, mira por dónde ¡zas!, surgió el flechazo, (la metralla del obús le caía tan bien, le hacía tan hombre...), que durante una semana fue incapaz de poner apósitos, únicamente lavativas.

Mamá recordaba el olor de papá a metralla y aceite alcanforado. Se pasó la contienda haciendo torniquetes con el liguero. Fue la primera mujer que utilizó la geometría descriptiva para planchar. La Pasionaria la menciona en sus memorias. Utilizó el dedal como compás pasando al enemigo del sistema diédrico a caballera, como eje, la línea de flotación. Cantó el himno de Riego por soleares, y papá desde el bando rebelde le contestaba: "Me voy a hacer un rosario con tus dientes de marfil..." Mamá nunca tuvo idea ni del tiempo ni del dinero, que para esos menesteres estaba la teoría de la relatividad y el mosquetón.

En el recibidor de casa, entre el barómetro y el paragüero, estaba el reloj de cuco, a la altura donde papá colgaba el sombrero. Papá era muy alto, tío Basilio cuenta que, cuando le tallaron, el brigada le hizo ponerse en cuclillas y luego dividió por pi (estaba considerado el más alto de la Cornisa Cantábrica, según el censo republicano).

Nunca entendí lo que era propicio ni talante, sin embargo, sabía dónde estaba la península de Kanchatka, creía que talante era el nombre de un caballo, como Babieca o Rocinante, ¡ahora sí lo sé!

-A buenas horas, mangas verdes, me contestó con sordina la peluquera del barrio que lleva un piercing en el ombligo y cuando la miro de reojo no necesito Viagra.

Siempre que voy a la farmacia todo lo pido con buen talante, da resultado, palabrita del Niño Jesús, y si no, que se lo pregunten al del primero, que acaba de tener trillizos, todo debido al talante. Así de simple.

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