Sin sol y con mascarillas

Llegamos tarde para proteger a la población sanitaria más vulnerable ahora se corre un riesgo similar con la económica

él también ha permanecido la mayor parte del tiempo confinado durante el último mes. Igual ha sido su forma de expresar la solidaridad con los habitantes de la costa que lucen su nombre como emblema. Lo cierto es que, según una información de la agencia Europa Press, desde el 15 de marzo al 23 de abril apenas se visualizaron sus rayos durante 168 horas cuando lo normal en un periodo similar de tiempo en esta estación primaveral es que la insolación supere las 200 horas.

Estamos viviendo una pandemia nublada. 178 litros por metro cuadrado nos arrojó el cielo mientras todos permanecíamos resguardados dentro de las casas, cuando lo habitual es que estas precipitaciones no superen los 64 litros. Una atmósfera muy limpia la que ha encontrado en la provincia de Málaga el coronarivus para propagarse.

Pero lo cierto es que el estudio de seroprevalencia presentado esta semana por el Gobierno señala que el patógeno sólo ha logrado contaminar por el momento al 4,4 de la población que estaba expuesta a su contagio. Un porcentaje muy pequeño que nos sitúa en una encrucijada: o aprendemos a convivir con él y asumimos el riesgo de los potenciales estragos que puede seguir causando o la parálisis nos conducirá directamente a la inanición económica, que es otra suerte de epidemia que se extiende con similar velocidad. Si no se actúa con celeridad el riesgo real es el del estallido social. Las colas del hambre, que nunca han desaparecido desde la crisis de 2008, sólo había que pasarse por la tarde y ver las colas de algunos economatos benéficos. Pero ahora todo se ha multiplicado exponencialmente.

Las administraciones llegaron tarde en el punto más alto de la crisis sanitaria para proteger a la población más vulnerable: los ancianos. Todavía se resisten a dar los datos de la letalidad que se ha registrado en las residencias de mayores. Ahora se corre otro riesgo. Mientras se trata de taponar con ERTE la sangría laboral, mientras se busca cómo mantener aletargados a las pymes y autónomos con actividades ahora inviables, para que no perezcan, existe un teórico 20% de economía sumergida, que siempre se cita en los estudios macroeconómicos. Pero que ahora se traduce en familias que llevan más de dos meses sin conseguir un ingreso ni tienen capacidad para generarlos con su tolerado estilo de vida.

Y no quiero citar el incremento de los casos de depresión y otras dolencias mentales que se han recrudecido durante este encierro obligatorio. Incluso los casos de suicidios, que seguimos silenciando. Ante este panorama quedan pocas opciones. Ponerse la mascarilla y salir a trabajar con la seguridad de que el sol no faltará a su cita. Y pedirnos responsabilidad individual. No se trata de convertir las terrazas mañana en una fiesta de celebración universal.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios