Por fin se ha inaugurado el Museo de Málaga, 19 años después de la primera manifestación reclamándolo. Es una gran noticia, pero, si uno lo piensa, en esos años, mientras nos plateaban las sienes, en Málaga se han inaugurado la friolera de otros ocho museos. El Picasso y el CAC en 2003, el MUPAM y el del Automóvil en 2007, el Revello de Toro en 2010, el Thyssen en 2011 y el Pompidou y el Museo Ruso en 2015. Y es cierto que son de distintas administraciones, pero también que los ciudadanos somos los mismos. Resulta bastante peculiar que te retrasen 20 años el museo que has pedido, mientras te inauguran otros ocho que no has pedido.

Debe ser algo así como votar a Sánchez, pero que el PSOE interprete que lo que quieres de verdad es que gobierne Rajoy. Y es que la política recuerda cada vez más a aquella frase de Groucho "¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú". Nuestros gobernantes creen saber lo que queremos mejor que nosotros, y para darse cuenta basta con acudir al CIS, que desde 1985 nos pregunta cuáles son los tres problemas más graves de España. En ese primer año, el 85, el problema más grave fue el paro. En noviembre de 2016, 31 años después, el problema más grave sigue siendo el mismo, el paro. De hecho, de las 199 ocasiones que han preguntado, el paro ha sido siempre uno de los tres problemas más graves, y el más grave 174 veces. El segundo problema más veces señalado, y por más gente, en estos 31 años han sido los problemas de índole económica, el sustento, que también es un fijo en los 199 barómetros. El quinto problema más señalado son los partidos y la política. Y hay que bajar hasta el lugar 22 para encontrar los nacionalismos, y hasta el 37 para encontrar a la monarquía.

Es decir, no terminan de resolver lo que queremos que resuelvan, y andan mucho más enfrascados en problemas que nos importan una higa, en general. Como con esto del Museo de Málaga, casi 20 años llevábamos esperándolo, mientras ellos se afanaban por inaugurar otros ocho museos distintos en la ciudad. Pero no piensen mal, quizá tan solo esos otros museos les recordaban mucho, muchísimo, al de la Aduana, al que nosotros queríamos. Y, sobre todo, no dejen de alegrarse y sentirse afortunados, que es un soplo la vida, y veinte años no es nada.