El tesoro nazarí

Al visitar Estados Unidos, una de las cosas que se observa es el enorme valor a cualquier objeto del pasado

Al visitar los Estados Unidos, una de las curiosidades que se observa es el enorme valor otorgado a cualquier objeto del pasado, ya sea una pelota de béisbol, la rueda de un carro o un juguete de niño. Evidentemente en España no se les daría importancia, ya que nuestros miles de años de historia abren otras posibilidades, pero lo que no debemos perder es la capacidad de poner en valor esos recuerdos, para que las generaciones actuales y futuras aprendan con ello.

El descubrimiento del barrio nazarí en plena comienzo de la Avenida de Andalucía es, sin duda, una magnífica noticia para Málaga. Pocas ciudades del mundo pueden mostrar barrios enteros, con sus viviendas, calles, fuentes y organización en general. Gracias a ello puede estudiarse el nivel de evolución seguido desde hace más de mil años hasta nuestro tiempo. En el fondo, esto no es más que un nuevo museo, que la ciudad ha encontrado en sus entrañas, y que no puede perder la oportunidad de conservarlo.

Algunas ciudades tienen la posibilidad de ofrecer a sus visitantes las zonas subterráneas que poseen. Mientras París o Londres enseñan sus sistemas de saneamiento, y Nueva York o Moscú la riqueza de sus estaciones y túneles de metro, son Roma o Jerusalén las que exponen una gran parte de su patrimonio histórico oculto. Y Málaga debe situarse en esta última categoría, porque el futuro nos dice que la renovación de nuestra ciudad traerá consigo múltiples descubrimientos, que tendremos que saber aprovechar. El proyecto de incorporar bajo tierra la visita a este barrio musulmán recién hallado, adosado a la estación de metro del Guadalmedina, es una gran idea. Así se ha hecho en la última estación de metro de San Giovanni, en Roma, y es un nuevo imán turístico para esa gran urbe.

Evidentemente las soluciones del pasado, como fue la de desenterrar Pompeya, hoy son inviables en mitad de una ciudad moderna. Ya fuimos capaces de hacer aflorar el Teatro Romano, parcialmente, e incluso de enseñar a través del cristal los ancestrales depósitos de Garum. Pero ahora se trata de dar un paso más y completar el conocimiento de Málaga desde una perspectiva tridimensional: desde las terrazas, desde sus monumentos y desde el subsuelo. Pasear por ellos, subir y bajar de niveles y ascender por las profundidades del pasado hasta las alturas del futuro, es una aventura urbana que no debemos perder, y hoy tenemos esa oportunidad.

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