Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Entre todas las mujeres

No siempre van a existir los jubilados. Alguien les quitará sus pensiones y sus opiniones

Pertenecer a la clase dominante, la de los jubilados disruptivos, te proporciona ciertas compensaciones, pese a la imparable entropía. Sin ser antropólogo ni sicólogo o sociólogo, con solo pasear (gracias a una psicomotricidad conservada, en parte), vas acopiando un corpus de datos, de ítems, que te llevan a opinar irresponsablemente sobre todo. Y además, en tu fuero interno (en ese teátrico privado donde uno es al mismo tiempo actor y público), te justificas y le pones nombres sonoros a tu actividad. "Eres un ensayista", te dices; o sea, alguien que sin pruebas, formula hipótesis arriesgadísimas sobre esto y aquello; o alegas que actúas guiado por la "misión diaria del jubilado", que te autoriza a colarte en el consultorio o en el cajero o a meterte donde no te llaman. En uno de esos paseos, una chica que se ha sentado a tu lado con un libro en las manos, te cuenta que está prejubilada y que las amigas le insisten para que se apunte a sus viajes, a zumba, a yoga, a las conferencias de San Vicente Paul o a una tertulia de lectura solo para mujeres. Rápidamente, te montas una teoría sobre la capacidad que tienen las mujeres para asociarse, para colaborar en actividades comunitarias de todo tipo, sin importar mucho si las organiza la Junta de Andalucía o el párroco del pueblo. El caso es salir de casa, viajar, conocer, cotorrear, leer, rezar, mover las caderas en bailes inapropiados a ciertas edades, pese a disponer las mujeres -imaginas- de una vértebra más (a nivel cadera), que posibilita movimientos y bamboleos imposibles incluso para el Tarzán más entrenado. Los datos de los que dispones, como sociólogo eventual, son limitados: sólo con hablar con Ana y con Paqui, la carnicera o la pescadera de tu barrio, crees poder emitir un juicio sobre "toooodas las mujeres" del mundo. Y se lo ofreces a la chica sentada en el banco. Le explicas que ellas: las asociativas, las asertivas, las congregadas, no entienden mucho que haya mujeres que prefieran viajar solas o quedarse en sus casas a escribir novelas o a componer versos. Mujeres que renuncian a bailar como Beyoncé, porque ya lo tienen todo bailado o porque no están seguras de que la osteoporosis no las rompa en los primeros pasos, esparciendo sus huesos por el salón parroquial donde reciben las clases.

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