el prisma

Javier / Gómez

El tren de Hogwarts

AEROPUERTOS sin pasajeros ni aviones, estaciones de tren en mitad del campo, costosos convoy de AVE para llevar nueve pasajeros al día. Encantado de conocerse, este país se volvió loco en la última década, comportándose como un nuevo rico, poniendo mármol en todas partes como quien pone grifos de oro y mirós en el cuarto de baño pero luego no puede pagar la hipoteca en cuanto vienen mal dadas. Con los presupuestos inflados de forma ficticia por la burbuja inmobiliaria y el maná de millones de la UE -que debería haberse destinado a hacernos más competitivos-, se han acometido inversiones de dudosa rentabilidad social y económica. Málaga, habitualmente agraviada, no se libra del despilfarro. Sirva como testigo una de las dos estaciones Victoria Kent, cerrada tras un gasto de 12 millones de euros, y esos once kilómetros de la hiperronda con seiscientas farolas que no se han encendido. En los últimos años se han hecho, además de muchas obras imprescindibles, otras tantas absurdas. Pero no se ha puesto ni una maldita traviesa de un proyecto que la Costa del Sol necesita desde los años 70: el tren hasta Marbella y Estepona. Como la locomotora fantasma que lleva a Hogwarts a Harry Potter, el tren litoral suele aparecer una o dos veces al año: cada vez que hay elecciones. Luego si te he visto no me acuerdo. En el año 2000, no nos cansaremos de repetirlo, el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, lo presentó como su gran proyecto en Málaga. Doce años y seis consejeros de Obras Públicas después el Cercanías no ha avanzado ni un milímetro desde Fuengirola. Se han hecho el estudio de viabilidad (que señalaba la impresionante, y casi increíble, cifra de cien millones de pasajeros al año) y los proyectos. Ha habido reuniones y nuevas promesas se han ido acumulando sobre las antiguas, como la de esta semana de la última consejera socialista, Josefina Cruz -vaya chiste el suyo de que "es una de las prioridades de la Junta"-, y el compromiso de Arenas de que lo hará si gobierna, aunque ya sabemos que las promesas de los políticos sólo comprometen a quien se las cree.

La pesima decisión del agonizante Gobierno socialista de excluir el litoral andaluz del Corredor Mediterráneo, ante la que Griñán debió rebelarse en lugar de aplaudir, casi enterró el viejo sueño. Ahora, electoralista o no, la inclusión del trazado entre los prioritarios por parte del nuevo Ejecutivo del PP constituye una buena noticia para la región y una victoria para los populares malagueños de Elías Bendodo. Ahora hay que empezar a exigir que la promesa, por fin sobre un mapa, se convierta en realidad. Sin prisa pero sin pausa.

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