La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El triunfo de la muerte

Al aborto se suma la eutanasia. La unión entre los seudoprogresistas y los liberales desalmados es letal

Hoy, día de San Pedro y San Pablo, es oportuno reflexionar sobre las recientes palabras del Papa a propósito del aborto: "El siglo pasado todo el mundo estaba escandalizado por lo que hacían los nazis para cuidar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo, pero con guantes blancos. Está de moda, es habitual. Cuando en el embarazo se ve que quizás el niño no está bien o viene con cualquier cosa: la primera oferta es ¿lo tiramos? El homicidio de los chicos. Para resolver una vida tranquila, se tira un inocente. Cuando era chico la maestra nos enseñaba lo que hacían los espartanos cuando nacía un niño con malformaciones: lo llevaban al monte y lo tiraban para abajo para cuidar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo. Una atrocidad. No es raro que se pierda el sentido de la belleza y de los lazos estables, del compromiso hacia las personas, del cuidado sin condiciones, de la asunción de responsabilidad a favor del otro, de la gratuidad y del don de sí".

Es posible que no las hayan leído. Los medios que dedican grandes titulares al Papa y le aplauden cuando habla a favor del ecologismo, critica el capitalismo y la explotación de los más vulnerables o denuncia a los religiosos pederastas las han achicado, si no silenciado. Y lo han puesto como los trapos. Ignoran que todo forma parte de lo mismo: el seguimiento de Cristo en fidelidad a sus palabras y su ejemplo. La defensa de la naturaleza lo es también de la vida; la defensa de los más vulnerables lo es también de los no nacidos; la condena de la economía desligada de todo principio ético lo es también del consumo compulsivo pagado al precio del sufrimiento, explotación y hasta muerte de los otros; la condena de los sacerdotes y obispos pederastas en fidelidad a las palabras de Cristo -"al que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una piedra de molino y le hundan en lo profundo del mar"- es indisociable de la condena del aborto que los mata antes de nacer.

Ahora al aborto libre sin causa terapéutica se suma la eutanasia activa. Tiene razón el Papa: la sombra de nazismo se proyecta sobre la alianza entre el seudoprogresismo y el liberalismo desalmado. Esto no debe afectar solo a los creyentes. Conviene recordar la terrible frase de Günther Anders -"el nazismo perdió una batalla, no la guerra"- y releer sus obras Nosotros, los hijos de Eichmann y La obsolescencia del hombre.

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