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El poso de la prosa

Cristóbal / villalobos

Qué tropa

SE veía venir. Cuando el PSOE se quedó en el Congreso en su más mínima expresión, para algunos, incluso, demasiada amplia para lo demostrado últimamente, muchos nos planteamos cuánto durarían sin tirarse los trastos a la cabeza. La función de un partido político en España es, puede que en todos los lados, la de gobernar. Cuando los socialistas fueron barridos del mapa autonómico, como antes del municipal, quedaba ya muy poco que repartir del botín, así que se quedaron sin el pegamento ideológico que sustentaba toda aquella milonga del federalismo.

Cuando había poder cada uno iba a lo suyo, pero cuando Ferraz tocaba la corneta todos se alistaban a las filas del líder supremo. Hoy, perdida la férrea dictadura central, el partido es un salvase quien pueda que no aguanta la más mínima prueba de coherencia. Quizás era esto lo que propugnaba Maragall cuando hablaba del federalismo asimétrico y esos inventos pseudonacionalistas.El Partido Socialista Obrero Español, desde que llegara al poder en 1982, ha ido perdiendo poco a poco cada una de las siglas. Tras dejar de ser obrero, con esos líderes pijos cual peperos, se convirtieron en neoliberales con complejos y, en muchas regiones, abrazaron el regionalismo cuando no el nacionalismo más rancio y conservador. En ausencia completa de un líder, Rubalcaba ni está ni se le espera, las federaciones más nacionalistas, gallegos y catalanes, le hacen la cama al secretario general, que parece que pasa completamente del tema, o no sabe qué hacer. Durante los últimos años al PSOE sólo le quedaba la P de partido, El Partido, con su férrea disciplina, pero ya ni a eso se pueden aferrar.

El socialismo español seresquebraja en medio de la nada mientras que al PP, que tampoco anda sobrado de liderazgo ni de carisma, le crecen diariamente los enanos y no saben dónde diantres meterse. El descrédito es total, pero la ley electoral consagra un sistema bipartidista que parece sacado de la restauración. Y ya sabemos cómo acabó aquella etapa histórica.

Mientras, al Rey le dan el paseíllo mediático por las televisiones, de corina en corina, y pasa otra vez por el taller. No nos queda más referente nacional sano que la selección española, eso si lo permiten Rosell y Mourinho. Como triste consuelo, mientras mejora la cosa, sólo nos resta pensar que España fue, a menudo, tan impresentable como ahora. Ya lo dijo Romanones en su momento: "¡Qué tropa, joder, qué tropa!".

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