Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

El trumpismo que viene

Mucho me temo que de un extremo vamos a pasar al otro, cuando la virtud debería de estar en un prudente término medio

Ahora que Donald Trump es el nuevo presidente de los Estados Unidos, habrá que plantearse seriamente por qué el millonario excéntrico de los cuartos de baño de oro macizo y las puertas de diamantes, machista, racista y políticamente incorrecto va a ser el nuevo inquilino de la Casa Blanca en un par de meses.

Nada ha importado que insultara a Hillary Clinton -más conocida como Clingon en los ambientes trumpistas-, ni que la llamara delincuente, ni drogadicta, ni que insultara sistemáticamente a los latinos y demás inmigrantes, ni que desafiara al orden público con la posibilidad de pegar tiros en la Quinta Avenida de Nueva York sin perder ni un solo voto. Nada ha influido… todo lo contrario, ha arrasado en las dos Cámaras y, como ha dicho el republicano Paul Ryan, se trata de uno de los mejores resultados electorales para su partido en toda su historia.

De nada sirven las protestas de los descontentos en múltiples ciudades del país, ni las caras compungidas de los funcionarios de la Administración Obama, ni el estupor de los medios de comunicación, ni las pataletas de cantantes y actores demócratas, Trump es el nuevo presidente de todos ellos y por algo será.

El otro día oí a un barbero de Ohio reconocer que había votado a Trump, y que él no era racista, ni machista, sino que lo que quería era levantar a un país grande en otro tiempo y ahora bastante castigado por la crisis económica y por la inexorable expansión del cinturón de óxido, recuerden el ejemplo de Detroit…

El fenómeno Trump resalta tres aspectos bien diferenciados, el primero, recuperar el nivel hegemónico económico que antes tenía EEUU, ahora bastante minorado por el gigante chino; el segundo, recuperar la idea de gran nación; y el tercero, controlar el fenómeno migratorio. Y el millonario Trump ha prometido soluciones concretas para estos tres problemas.

Es cierto que Europa se encuentra a años luz en logros sociales de EEUU, pero las migraciones masivas de los últimos años que han demostrado la absoluta ineficiencia de los gobiernos europeos para diferenciar refugiados, inmigrantes ilegales y presuntos delincuentes o terroristas, y el buenismo sistemático a costa de nuestros impuestos, está llevando al auge de los partidos populistas y nacionalistas que son conocidos en Europa desde hace tiempo. Tenemos al UKIP en Gran Bretaña, que ya ha conseguido el Brexit, al Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, al FPO en Austria, a Alternativa para Alemania, o a Amanecer Dorado en Grecia, que son serias opciones nacionalistas extremistas a las que la crisis económica en la Unión Europea unida a las migraciones efecto llamada sirven de abono a sus teorías.

Y es que los gobiernos han sido absolutamente implacables con los ciudadanos de a pie, con los trabajadores de clase media que pagan sus impuestos, a la hora de aplicar todo tipo de recortes y generar paro, mientras que, por el buenismo sistemático y políticamente correcto, les ha dado todo a quienes jamás han cotizado, ni trabajado, y ni siquiera son del país… Mucho me temo que de un extremo vamos a pasar al otro, cuando la virtud debería de estar en un prudente término medio. Los gobiernos europeos deberían reflexionar porque el voto de castigo ciudadano puede finalmente llevarnos a una inexorable expansión del fenómeno Trump entre nuestras fronteras.

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