Las turbulencias del PSOE de Málaga

Los socialistas encaran su congreso a la espera de que Espadas designe, pero él es poco proclive a señalar con nitidez

Como periodista en Málaga en el verano de 1985, la crisis del PSOE de Málaga fue uno de mis primeros trabajos. La de los mil días titulé para la agencia EFE. Los socialistas malagueños estaban enfrentados entre los seguidores del senador Antonio García Duarte y los de Carlos Sanjuán, afín a un Alfonso Guerra en todo su esplendor. Una disputa iniciada en 1982, enconada en 1984 y con un congreso provincial en 1985 que acabó como el rosario de la aurora, suspendido y con Madrid imponiendo una gestora. Los guerristas se alzaron con el triunfo en diciembre de ese año en otro cónclave con un pacto forzado: 60% de la dirección para los vencedores y el 40% el resto. El reparto acostumbrado.

Nada nuevo en el horizonte del PSOE de Málaga de 2021. Su historia es la habitual, cohabitar en la división. Los líderes se pasan de un bando a otro con inusitada facilidad y se construyen rápidas mayorías de conveniencia. De duartistas a guerristas, renovadores y sus sucursales chavistas, griñanistas y susanistas. Ahora sanchistas y espadistas y los que buscan destino. La transición rutinaria. El partido en la provincia siempre fue una amalgama de grupos a veces con más afinidad personal que seguidores del líder. Sin problemas últimamente para cumplir las designaciones de Ferraz o San Telmo, en esos 37 años de poder que gozaron en Andalucía. Pero al menos las diferencias entre las distintas corrientes o familias se escenificaban por las diferencias ante el modelo de partido. Más abierto o más cerrado a la sociedad. Hasta que llegó el mantra actual con el que , en teoría, los militantes sin intermediarios eligen directamente a sus líderes. Una exaltación a la pureza democrática que en la práctica se traduce en una formación caudillista en la que el ungido hace y deshace a su antojo sin contrapesos en los órganos de dirección hasta la derrota final en las urnas. Los 60 y 40 de los equilibrios de antaño pasaron a mejor vida. No ha lugar para el que discrepa.

El PSOE malagueño encara su congreso provincial del 12 de diciembre como marca la tradición. Con un puñado de aspirantes a la espera del dedo designador de Juan Espadas. Pero el secretario general es poco proclive a señalar con nitidez. Ningún aspirante ha abierto el debate para ver cómo se conecta con un votante que, por ejemplo, hace 26 años que le dio la espalda en la capital. También hace dos mandatos que perdió la Diputación. Sólo la pugna nominativa. Daniel Pérez, el portavoz del grupo en el Ayuntamiento de Málaga quiere la Alcaldía y, por si acaso, el partido. El más que favorito. La alternativa se puede gestar entre el resto por mero rechazo a que acumule tanto poder. ¿Qué ofrece el PSOE? Incógnitas.

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