La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Los ultras y el avestruz

¿Se han vuelto locos los suecos? No. Europa se enfrenta a problemas reales

El domingo los socialdemócratas suecos obtuvieron el peor resultado de su historia y la extrema derecha el mejor. Ese mismo día un afgano apuñaló en París a siete personas, desconociéndose aún si es o no un acto terrorista. Ayer publicaba Le Figaro: "En estos tiempos de crisis de los partidos y los ideales una ideología ha conocido en Francia, en menos de 15 años, un aumento del 900%. En los años 90 se contabilizaban unos centenares de salafistas. En 2004 el número había pasado a 5.000. En 2015 un responsable del ministerio del Interior hablaba de entre 15.000 y 20.000. Y según las últimas estimaciones el salafismo congregaría hoy entre 30.000 y 50.000 personas. La evolución es visible en muchos barrios, de la región parisina a Roubaix o Marsella, en los que los salafistas controlan cada vez más actividades, pero también en los pueblos y zonas rurales. Y aún se cree que estas cifras estén por debajo de las reales".

El artículo se inserta en la polémica desatada en Francia desde que el viernes se conoció un informe del Instituto Montaigne -una plataforma de intelectuales, universitarios y empresarios para la reflexión sobre las políticas públicas- para frenar la expansión del fundamentalismo entre los jóvenes. El informe recomienda la intervención del Estado para organizar y fomentar un Islam francés que pueda convivir con los valores de la República e independizarse de las influencias y financiaciones extranjeras. Se iniciaría así un proceso de normalización que le permitiría superar el rechazo originado por la minoría (alarmantemente creciente) fundamentalista y convivir con las leyes francesas como lo hacen las otras religiones. El Observatorio de la Laicidad critica esta intervención transitoria porque vulnera la ley de 1905 de separación entre las religiones y el Estado. Quienes la defienden responden que esta ley fue aprobada tras un siglo de intervenciones del Estado contra la Iglesia y los católicos mucho más agresivas que las ahora propuestas para normalizar a los musulmanes.

¿Se han vuelto locos los suecos? ¿Discuten de naderías los franceses? No. Europa se enfrenta a problemas reales relacionados con la inmigración y el islamismo. Los partidos tradicionales parecen ignorarlos. La extrema derecha (al igual que la extrema izquierda en otras cuestiones derivadas de la crisis) propone soluciones falsas. Y cada vez más europeos muerden este anzuelo.

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