Postales desde el filo

¿Y usted?

Aunque creamos que los políticos nos han fallado, a los ciudadanos no nos trae cuenta fallarle a la democracia

Si un encuestador nos pregunta si iremos a votar, lo más probable es que, aunque no lo tengamos muy claro, respondamos que sí. Ya que, a no ser que seamos un irredento activista de la abstención, lo consideramos una obligación. Y lo es. En democracia votar es un derecho, una opción, un deber ciudadano. Aunque para los de mi generación tan sólo fuese un anhelo, un lejano deseo. Así que votemos el 10N. Aunque creamos que los dirigentes políticos nos han fallado, a los ciudadanos no nos trae cuenta fallarle a la democracia. Somos los votantes los que, cansados del bipartidismo, hemos abierto un abanico de opciones, sustituyendo la simplicidad del sistema binario por un escenario más complejo. Pero como decía el sociólogo Jorge Galindo, en una reciente columna del País: "esa multiplicidad de opciones no funciona si no se articulan entre sí mismas". De eso van estas elecciones, de la inexcusable necesidad de articular mayorías estables que permitan formar gobiernos que puedan hacer frente a las tormentas que se nos vienen encima. En 2016 repetimos elecciones y un infrecuente acto político nos evitó ir a unas terceras elecciones consecutivas. Pero, como el tiempo se ha encargado de demostrar, fue una salida fallida ¿Es posible que no hayamos sacado las debidas consecuencias de los errores de un pasado tan próximo?

Claro que, como todas, estas elecciones del 10N también van de izquierda-derecha, de disputas territoriales, de nacionalismos y banderas -de acá y de allá- de populismos de todo tipo. Pero sobre todo, de lo que realmente van, es de cosas mucho menos abstractas. Cuando te encuentras en la sala de espera de cualquier centro de la sanidad pública, puedes observar la diversidad de personas que coinciden allí, de orígenes, de condición o clases diferentes que comparten un derecho común. Allí ves lo que verdaderamente cohesiona a este país. Nuestro excelente sistema sanitario público es un gran logro de esta sociedad. Existe un amplio consenso en mantener un sistema en el que nadie quede excluido. Pero su sostenibilidad, como la de los demás servicios públicos, depende de factores políticos y económicos ligados a las opciones que se confrontan en las elecciones del 10N. Unos proponen masivas bajadas de impuesto para reducir el Estado, para otros, la dimensión de éste debe ser la que permita sostener una sociedad razonablemente cohesionada, mientras que, otros, prefieren un Estado fragmentado ¿y usted?

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