De rebote

José / manuel / olías

Todo no vale

EN tiempos en los que uno asistía a clase los teléfonos móviles no existían. Apenas en los años finales de la Facultad. Pero no daban para entretenerse con ellos más que para mandar algún SMS, que hoy parece algo prehistórico. Pensar en las musarañas, en la próxima juerga, en el partido que empezaba pronto y no daba tiempo, en aquel ligue imposible. Había múltiples maneras de entretenerse mientras el profesor explicaba algo que no interesaba. Seguramente siempre había algo potable en la disertación. También, visto con perspectiva, algunos incompetentes en el estrado.

La imagen de Villalobos jugando al Candy Crush mientras hablaba el presidente de todos los españoles en la sesión más trascendente del año en el Congreso, es una reveladora metáfora de la realidad de este país. Importa poco lo que diga el presidente, su poder es probable que sea mínimo, menos del que parece. A veces uno, acostumbrado a ir a campos de fútbol, detecta por la televisión comportamientos en el hemiciclo más propios de hooligans que de la que debería ser la élite de este país. Gritos, abucheos o aplausos son moneda común. Es triste ver cómo se vacían los asientos conforme pasan las horas y disminuye el teórico calado del contrincante que habla. Sucede que las formaciones minoritarias ofrecen con frecuencia discursos con más seso y dosis de realismo que los grandes.

El Candy Crush en el Ipad de la antigua alcaldesa de Málaga como síntoma. La pregunta que se hacen las formaciones clásicas sobre el porqué del auge de otras menos convencionales la responden ellos solos. Con una cuenta personal adonde van a parar las multas, con los ERES, con Gurtel, con Bárcenas... Los ejemplos son infinitos, pero no la paciencia. Seguramente hay un poso arraigado en la sociedad del todo da igual, al final no pasa nada. Uno supone que los que están al mando deberían ser los más preparados y los más decorosos. Escuchando mensajes u observando actitudes la ingenuidad se evapora y se constata que no es así. Pero todo no vale, aunque haya muchas élites que crean que sí. Porque no son élites sin el poder.

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