El valor añadido de la investigación

El periodo de confinamiento nos ha enseñado cuánto necesitamos apoyar a nuestros científicos

Una de las principales características que definen a los países mejor preparados para el mundo actual es la apertura a la investigación de sus gobernantes. No es casualidad que personas como Ángela Merkel (doctora en Física especializada en Química Cuántica), Jimmy Carter (científico especializado en Física Nuclear) o Xi Jinping (ingeniero químico) hayan dirigido Alemania, EEUU o China impulsando las ciencias y el conocimiento. Nadie duda hoy de que estos países están a la cabeza en muchos de los campos del saber, y que la formación previa de sus dirigentes fue trascendental. Pero han sido el periodo de confinamiento y los sucesivos retos planteados a corto plazo los que mejor nos han enseñado cuánto debemos y cuánto necesitamos apoyar a nuestros científicos.

Hoy en nuestra ciudad, sin ir más lejos, vemos como el propio Ayuntamiento apuesta día a día por la colaboración con la Universidad. Se potencian iniciativas como Costasoleando, que ha desembocado en una nueva y premiada spin off y que nos informa del estado de nuestras playas en tiempo real. O se impulsa el desarrollo del nuevo parque fotovoltaico en Parcemasa, logrado a través de la colaboración con el Instituto Andaluz de Investigación en Domótica y Eficiencia Energética, ubicado en nuestra ciudad. Y así podríamos seguir con multitud de ejemplos que muestran la importancia que tienen estas relaciones en el desarrollo de las ciudades y de las empresas del siglo XXI.

Si observamos los nuevos proyectos que se plantean a nuestro alrededor, desde el ambicioso plan de urbanización del Muelle de Heredia hasta el recientemente presentado estadio de fútbol de Marbella, los aspectos de calidad ambiental y sostenibilidad están plenamente presentes. El cambio de paradigma en la construcción y en la obra pública es otro producto de esas nuevas generaciones de arquitectos e investigadores, que plantean el mundo desde la descontaminación, el respeto al entorno y el uso eficiente de los materiales y sus residuos. En este sentido, los nuevos fondos europeos también marcan la senda de su utilización en línea con el desarrollo científico y tecnológico de los países. Toda propuesta deberá reforzar el potencial de crecimiento de cada nación, impulsar la creación de empleo y favorecer la transición ecológica y digital. Por tanto, si nos indican el camino y cómo recorrerlo ¿seremos capaces de equivocarnos ante toda Europa?

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