El valor del centro

El PSOE es hoy, para muchos, el partido que menos se ha alejado de las posiciones templadas del centro

Conozco a alguno al que sólo le ha faltado presentarse el espectro de Pedro Sánchez en la duermevela del pasado domingo, mientras trataba de conciliar el sueño tras recorrerse el dial entero de la anodina radio nocturna sin poder quitar de su mente la imagen de Carmen Calvo toda de rosa con lema feminista incluido dando saltitos en la terraza de Ferraz. Los socialistas acababan de ganar las elecciones una década después, y en el ambiente conservador todavía flota la hecatombe del PP (¡quién lo iba a decir apenas hace un año!) y cierta decepción en Vox, contrariados por un resultado electoral tan bueno como insuficiente. Hasta en la gente de Rivera se nota algo de vértigo para encarar un liderazgo previsiblemente más potente tras las municipales.

La derecha, el bloque, se ha quedado lejos del objetivo de la mayoría absoluta y, aparte de llorar la decepción por los rincones de la ley electoral, anda preguntándose el porqué de este liderazgo más contundente que sólido que aparenta mantener al presidente Sánchez en el poder por un tiempo. La razón principal está, en mi opinión, en la centralidad en la que se ha posicionado el PSOE, posiblemente más por deméritos ajenos que por méritos propios. La marca que ha impuesto Vox durante estos meses ha desplazado hacia la derecha a un Casado sin experiencia e incluso a Ciudadanos, aunque el oficio de Rivera y el desparpajo de Arrimadas atenúan el sesgo conservador adquirido.

El PSOE es hoy, para muchos, el partido que menos se ha alejado de las posiciones templadas del centro, y el único que se mantiene firme en las plazas cada día más hostiles de los nacionalismos. El voto refugio de mucho votante que se resiste a alejarse de esa orilla de seguridad que todavía representa la socialdemocracia. Ante la oferta de bajada masiva de impuestos, justicia social y redistribución de la riqueza; ante las soflamas recentralizadoras contra las autonomías, la España plural y diversa; ante el reconocimiento del derecho de autodeterminación de los pueblos que predica Podemos, la Constitución española.

Nada de lo anterior quita las dificultades para gobernar el país con 123 diputados, la cifra más baja en toda la democracia. De su habilidad para arrancar pactos con las fuerzas más moderadas que lo mantengan alejado de las garras nacionalistas dependerá, en buena medida, la marcha de esta legislatura imprevisible.

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