"Un verano normal"

Fitur acaba hoy en Madrid, con avalancha de alcaldes de Málaga y políticos en general, otro signo del como siempre

La gran aspiración de los dirigentes políticos es que podamos disfrutar este año de "un verano normal". Pero si aplicamos ese término a la Costa del Sol, ¿qué significaría? ¿Playas atestadas, largas caravanas en horas puntas en las principales poblaciones del litoral occidental? ¿Precios desorbitados hasta para comerse en un chiringuito un espeto de sardinas? El Covid ha supuesto el Big Bang para el turismo. De un año para el otro fue como el meteorito que acabó con los dinosaurios, cuando era la especie con más futuro para poblar este tierra. Quizá los ansiados recuerdos de aquel 2019 impidan ver el bosque que en realidad se estaba gestando.

En aquel preludio de la pandemia estaban en marcha en la provincia más de 40 proyectos hoteleros. Otras 10.000 camas a sumar a las casi 100.000 de entonces. Unas 147.000 viviendas turísticas, el 58% de la oferta de Andalucía, unas 10.000 casas rurales... La magnitud de esas cifras revela las consecuencias económicas del desplome posterior. Aquel último verano, entre junio y septiembre, llegaron más de 7 millones de visitantes que reportaron unos ingresos en esos tres meses de más de 7.000 millones de euros.

Pero ya desde 2018, el entonces director general de Turismo Costa del Sol, hoy al frente de la agencia andaluza Extenda, Arturo Bernal, venía repitiendo en todos los foros que no se podía seguir creciendo a golpe de dos dígitos cada año, ya se apreciaban síntomas de saturación. Si no se corregía el problema, en una apuesta por la calidad y no por la cantidad, 2025 ya se perfilaba como un año problemático. Un virus hizo trizas las predicciones. Los hoteles que en 2020 se lanzaron a la aventura, tras finalizar el estado de alarma, llenaron con geles sus estancias, establecieron incluso turnos en los comedores, para evitar aglomeraciones, y aforos en las piscinas. Entonces se temía que nunca nada volviese a ser igual.

Vacunas mediante en los países ricos, de donde suelen proceder los clientes que viajan a España, el milagro va camino de obrarse. Fitur acabará hoy en Madrid. La primera feria internacional que se consigue celebrar con carácter semipresencial. El semi no ha imperado para la avalancha de alcaldes y concejales de Málaga, y otras decenas de políticos varios, desplazados para posar en las fotos, como siempre. La Junta confía en alcanzar en verano los 9 millones de viajeros, casi 20 millones al acabar el año. Todavía lejos de los 32 millones de 2019. Las cifras vuelven a medir la salud del sector. Crecer, crecer, crecer para absorber la ingente mano de obra. Cualquier otro debate se pospone. "Un verano normal", se desea. Pero aquellos veranos tampoco ya eran normales.

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