Argumentos odiosos

El ministro de Cultura se despachó a gusto en Málaga manifestando su apoyo al proyecto del hotel del puerto

Advierte en su obra el profesor Shameless sobre el hecho de que, en política, como en el amor y la guerra, los malos comienzos tienen peores enmiendas. El aviso no es baladí, pues alerta sobre la necesidad de todo dirigente o grupo político de pensar las cosas dos veces antes de pronunciarse. Lo que le lleva a sugerirles que se doten de grupos de reflexión y fijación de posturas más elaboradas que las resoluciones congresuales debatidas, votadas y aprobadas en media mañana.

La semana pasada, el ministro de Cultura se despachó a gusto en Málaga manifestando su apoyo al proyecto del hotel del puerto con dos argumentos de peso. El primero, la infravaloración del rechazo social mediante su comparación con el que en su momento cosecho la Sagrada Familia de Gaudí. Hecho que llevo intentando documentar desde entonces. En cualquier caso, y como escribía Pablo Bujalance en estas mismas páginas hace dos días, no hay mucho más que decir al respecto. El segundo, mediate su paralelismo con Benidorm. Si el modelo urbanístico de esa ciudad es bueno y allí hay edificios en altura, este edificio también lo es porque es alto. Lo que no deja de ser una trampa dialéctica y un argumento urbanístico a la altura del ministro que, a continuación, redujo el problema a un asunto de proporciones (que, en este caso, son algo recortadillas) y buen gusto. Del que hay mucho escrito, pero poco leído. Lo que obligó inmediatamente a la dirección del PSOE de Málaga a hacer pública una resolución de rechazo al proyecto, con un argumento también poco elaborado: "no estamos en contra de la torre del puerto, sino de su ubicación". Si se está en contra de la ubicación de un determinado edificio, se está en contra del mismo, porque la arquitectura, como manifestación cultural, está indisolublemente unida a la reflexión sobre el lugar que ocupa la obra en el territorio. Este es precisamente el problema del hotel: su relación e impacto sobre el paisaje de la bahía de Málaga. Amén de las repercusiones que podrá tener sobre la infraestructura viaria de la zona y su viabilidad económica real.

Y es aquí donde vienen a cuento las recomendaciones del profesor y surgen preguntas sobre quién reflexionó sobre la oportunidad del proyecto hace seis años; quién ha desarrollado ahora el argumentario en contra; y a quién se le ocurrió que Iceta comiera con sus compañeros de partido después de pronunciarse al respecto y no antes.

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