Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

La vía política

La sociedad española no quería ver a ETA metida en política. Lo que quería era no ver a ETA ni en pintura

Parece, a tenor de los argumentos con los que los principales portavoces del PSOE quieren justificar el visto bueno de Bildu para los Presupuestos, que lo que la sociedad española reclamaba a ETA cuando se sucedían los atentados era que abandonara las armas para dedicarse a la política. Y resulta cuanto menos curioso el modo en que estos argumentos han obtenido el beneplácito de una parte importante de la opinión pública: cualquiera diría que el mensaje que lanzó la misma sociedad española a ETA tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco vino a ser algo así como "miren ustedes, dejen de hacer estas cosas tan feas y quédense exclusivamente con la vía política". Y sí, resulta curioso porque, si no recuerdo mal, lo que la sociedad española reclamaba a ETA no era que siguiera con su lucha mediante la concurrencia a elecciones, sino que renunciara a las armas, se entregara a la justicia, pidiera perdón por sus crímenes y contribuyera, en la medida en que fuese posible, a que se hiciera justicia. Tras la alarma de cada atentado, el miedo, la impotencia y la sensación de derrota, la gente, harta ya hasta lo insoportable, no señalaba a ETA la vía política como alternativa deseable: lo que señalaba era su final, su disolución, un país libre de dolor, chantaje, mafia y violencia. Ésta, y no otra, era la exigencia. Clara e inequívoca.

Otra cosa distinta es que la Constitución ampare el derecho a defender cualquier idea, incluso las que proponen el perjuicio de la sociedad española en su conjunto en pro del beneficio de unos pocos, en la actividad parlamentaria, lo que garantiza a la izquierda abertzale la representación correspondiente en la vida política española. Y otra más distinta aún es que el PSOE decida validar el apoyo de Bildu para los Presupuestos por más que la aportación de la formación vasca a la justicia sea todavía una cuenta pendiente y por más que su condena absoluta a ETA y a todas sus consecuencias latentes, incluidos los recibimientos festivos brindados a cada preso liberado, haya sido negada. Lo que el PSOE no debería hacer nunca, principalmente porque no tiene derecho a hacerlo, es cambiar la historia. La sociedad española no quería ver a ETA metida en política: lo que quería era no ver a ETA ni en pintura, y mientras tanto verla derrotada, hundida, defenestrada, juzgada, encarcelada, sancionada en la medida justa de sus crímenes, mandada a la mierda.

De manera que, señores del PSOE, salven ustedes los Presupuestos como crean conveniente. Pero, por favor, no intenten vender una moto tan deshonrosa. Ni desprecien con tanta alegría la memoria de muchos.

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