La esquina

José Aguilar

La vida (de ETA) sigue igual

NO es una mala noticia, pero no es la noticia. La frase de Rubalcaba compendia el pensamiento dominante ante el anuncio de ayer de ETA, que por fin termina dando la razón al periódico que lleva semanas anunciándolo.

No es mala noticia que la banda terrorista, aunque sea con la escenografía y la arrogancia de siempre, diga que deja de matar por el momento. Es otra la noticia que esperábamos: que deja de matar para siempre, abandona las armas y se disuelve. La única que abriría un horizonte diferente en el País Vasco. La de la asunción de su derrota.

La apariencia es, ciertamente distinta, porque esta vez el llamado alto el fuego viene adornado por calificativos que simulan un cambio de perspectiva: "permanente, de carácter general e internacionalmente verificable. Con permanente parece detectarse una voluntad de mantenerla tregua hasta la solución del problema; general se considera indicativo de que abarca también a la suspensión de las extorsiones, el aprovisionamiento de armas y vehículos y la violencia callejera, y la verificación internacional aludiría al papel notarial de esos mediadores que tanto gustan al entorno terrorista porque le confieren estatus de parte implicada en un conflicto de resonancia mundial.

Es la apariencia, ya digo. La realidad desvela una tregua falsa por condicional. ¿Cuáles son las condiciones? Las de toda la vida: que se abra un "proceso democrático" (¡ETA hablando de democracia!), que "debe resolver las claves de la territorialidad y el derecho de autodeterminación" (o sea, la anexión de Navarra y los territorios vascofranceses al mito de Euskal Herria y la independencia) y que las autoridades de España y Francia "abandonen para siempre las medidas represivas" (por ejemplo, la detención y procesamiento de los autores de asesinatos).

Si el Estado democrático español, y el francés, no cumplen esas condiciones tal y como los terroristas las conciben, el alto el fuego dejará de existir y ellos volverán a lo suyo, si pueden. Ésta es la clave del comunicado: ETA se arroga el derecho a tutelar la hipotética negociación que se produjera. No sólo no desaparece de la escena aunque sea para beneficiar a sus hermanos menores -y que Batasuna pueda presentarse a las elecciones municipales-, sino que se autoconcede, pistolas sobre la mesa, la función de garante de que el proceso de paz se atendrá a sus planteamientos. Sigue enclaustrada en la idea de que el final de la violencia tenga un precio a cobrar por ella misma.

Si no consiguieron que pagáramos ese precio cuando mataban a ochenta españoles por año, ¿cómo piensan conseguirlo ahora que casi no pueden matar? Aún no se han enterado de que es imposible.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios