Que viene el lobo

Si en el futuro el resto de las mociones pretenden interesar a alguien sería conveniente que se esfuercen un poco más

En el clásico relato infantil que titula este artículo, un joven pastorcillo bromeaba y asustaba una y otra vez a su pueblo con algo tan serio como el ataque de un feroz lobo, hasta que lo ignoraron. En estos días hemos visto como Podemos amenaza a propios y extraños con presentar tantas y tan soporíferas mociones de censura como sean necesarias y el problema es que, cuando realmente llegue su oportunidad, a lo mejor el pueblo, ya cansado, ha dejado de hacerles caso.

El uso de las diferentes herramientas parlamentarias y la pasión del debate político son signos de una buena salud democrática. Diversidad de ideas y postulados permiten tener una mayor visión de la compleja realidad en la que vivimos. Pero también deben ser conscientes los parlamentarios que hoy día, y tras la crisis económica acaecida, los intereses ciudadanos están en otros horizontes y ellos pasaron a un segundo lugar. De ahí que esta moción haya sido, probablemente, la que menor trascendencia haya tenido en nuestra historia y la que menos factura política pase a ningún partido. Y eso que era difícil competir en desinterés con la de 1987 de Hernández Mancha frente a Felipe González, pero lo han logrado y con creces.

Normalmente una moción de censura sirve para presentar ideas y proyectos, forjando un programa adecuado e ilusionante sobre el que plantear nuevos retos. Pero eso siempre significa trabajo y algunos conocimientos, por lo que muchas de las intervenciones, tanto previas como en el propio debate, eran inadecuadas. Primero se protestó por la tardanza en convocar la propia moción, cuando se sabía que no se podía introducir durante el debate presupuestario, pero el desconocimiento y la arrogancia empezaron a pasar factura. Después se quejaron de que comenzara a las 9:00, cuando el resto de los españoles llevamos ya alguna que otra hora en pie. El momento culmen llegó al enumerar, durante un minuto y medio y en orden alfabético, los nombres de los casos de corrupción relacionados con el PP. Esto pudiera ser muy significativo, que lo es, pero dialécticamente aburre a cualquier audiencia y da la impresión de tratar de rellenar el tiempo cuando no se tienen otras propuestas que hacer. Si en el futuro el resto de las mociones pretenden interesar a alguien sería conveniente que sus señorías se esfuercen un poco más, sobre todo para que parezca que nuestros impuestos se usan adecuadamente.

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