El zoco

juan lópez cohard

...Y al vino, vino

En mi cementerio de años hay más de setenta lápidas. Bajo ellas están mis experiencias, recuerdos y muchos sueños que se perdieron en las noches, platinoches y nocheras, de Federico. Vivir para ver. Bajo las cuatro o cinco últimas lápidas están los mayores disparates y la falta de ética y moral que jamás podría haber sospechado que se produjesen en la praxis política española.

Escribo esto en el Día Internacional de la Mujer. Y desde aquí expreso mis mayores deseos de que llegue ese día en el que no sea necesaria su celebración. Ese día en el que se haya alcanzado la auténtica, justa y necesaria igualdad entre mujeres y hombres en cuanto a derechos, deberes y libertades, se refiere. Hago votos porque de una vez por todas desaparezca de la sociedad la violencia machista (y "hembrista" que, aunque insignificante, también la hay) tanto física como síquica. Y hago votos también porque impere el sentido común. Me refiero a que no es comprensible que el Gobierno tenga distintos criterios, en función de poblaciones, para autorizar o no la manifestación callejera de dicha celebración. Si la pandemia no aconseja manifestaciones multitudinarias, deben ser prohibidas y punto, pero todas y en todas partes y, además, nadie debiera convocarlas. Por pura responsabilidad social.

Hay cosas que la razón no admite por mucho que las dicte el corazón. Y a Irene Montero hay que decirle: corazón no dictes que "el sexo biológico no existe y que la distinción entre machos y hembras es un anticuado constructo social, pero no pertenece a lo natural", porque vamos, ¡a ver como se come eso! Lo expresa muy bien, y con toda la gracia del mundo, Rosa Belmonte en su artículo de hoy: "Es que puedes tener una tranca hasta las rodillas y ser una mujer por tus santos coj…". Y también habrá que decirle a esa cabecita de cajera de supermercado que la ley del "Si es si" que pretende sacar adelante atenta contra uno de los principios básicos del estado de derecho: la presunción de inocencia.

Por otro lado, su consorte y ministro compañero, el vicepresidente Iglesias, (hay que tener poca vergüenza, ninguna ética y aún menos moral, para celebrar consejillos de ministros en el dormitorio de Galapagar), nos quiere vender que el mayor problema que tenemos los españoles es la monarquía: Las hermanas del Rey se han vacunado en Dubái. ¡Oh, terror, cuántos españoles vamos a morir por culpa de las vacunas de las infantas! ¿A qué va a resultar que todo el follón lo está montando para que los españoles nos olvidemos de otras cosas? A saber: ¿Dónde están las 25.000 vacunas que se han perdido en el Ministerio de Sanidad? ¿Qué va a pasar con los cuatro millones de parados que tenemos? ¿Quién se chupa las responsabilidades de los más de 70.000 muertos en un año por el Covid-19? ¿Qué pasa en (y con) Canarias? ¿Dónde está el Ministro de Interior mientras arde Barcelona y otras ciudades españolas? ¿Quién le va a parar los pies a Iglesias con su insistencia en querer controlar los medios de comunicación, aún más de lo que ya los controla? ¿Quién arregla TVE que es repugnante y la pagamos entre todos? ¿Qué etc., etc.?

Como veníamos diciendo, al pan, pan y al vino, vino.

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