Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

La vuelta a la Edad Media

Venezuela existe en permanente conflicto, enredada en una guerra civil de baja intensidad que ha dejado tres muertos en las calles. Pero, para algunos de nuestros compatriotas, Venezuela es, sobre todo, una herramienta retórica, un tropo, una imagen literaria de las que se usaban en las disputationes monacales y universitarias de la Edad Media. En las discusiones escolásticas entre estudiantes o entre aspirantes a clérigo, se repartían los papeles y un día, te tocaba defender la existencia de Dios y, al siguiente, argumentar que Dios no existe. Eran clases prácticas de dialéctica, pensadas para ejercitar a los alumnos en la discusión con herejes y descreído. El bipartidismo todavía no sabe cómo comportarse con los partidos que felizmente han florecido en las últimas elecciones. Todavía no les puede aplicar lo de "y tú más", al menos en lo de embolsarse el dinero público, y usa la retórica de la vieja disputatio medieval para atacar a Podemos. Como escolares que se hubieran aprendido la lección de carretilla, a cualquier movimiento de los partidos emergentes, contestan sin mucha fe, sin mucha convicción, siempre lo mismo: "El demonio existe y se llama Venezuela".

Las redes de corrupción política están siendo atacadas últimamente por un virus insidioso y muy eficaz, creado por la Guardia Civil y por los jueces, que está dejando al descubierto su código fuente, programado para el robo sistemático de caudales públicos. Las herramientas de las que disponen estas redes corruptas para protegerse de un virus tan corrosivo no han sido actualizadas. Les ha perdido el exceso de confianza. Pensaron que nunca los iban a trincar. La hoja de ruta de la que echan mano los capos de la red prescribe que primero se hable de la presunción de inocencia, después, cuando las evidencias se acumulan, que se expulse al infectado, tras blindarlo gracias a la labor de jueces y funcionarios afines. Toca, a continuación, jurar que se trata de casos aislados. Cuando este cortafuegos tampoco sirve, porque se descubre que los partidos a los que pertenecían los infectados recibían los beneficios que éstos les aportaban, es cuando se esgrime en la disputatio, en la pelea, el "argumento Venezuela", ese ente irreal, esa Venezuela retórica que no tiene mucho que ver con esa otra Venezuela real que se consume día a día en un enfrentamiento fratricida, al que no se le ve fin. Las mafias, y en esto muestran su obcecación, no valoran suficientemente la delicadeza de Podemos al nutrirse con recursos foráneos, renunciando a esquilmar el cuerpo enteco de la patria.

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