Censurable bloqueo institucional

El martes próximo se cumplirán tres semanas desde que el rey Felipe VI propuso como candidato a formar Gobierno al actual presidente en funciones del Ejecutivo, Pedro Sánchez, a las que hay que sumar otras cuatro semanas que transcurrieron entre el mismo encargo al líder del partido más votado el pasado 23 de julio, Alberto Núñez Feijóo, y su fallida sesión de investidura. Mañana se habrán completado tres meses desde que los españoles votaron y la situación es de bloqueo institucional. La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, decidió, con buen criterio, retrasar la investidura del líder del PP hasta el 26 de septiembre, para asegurar que una hipotética repetición electoral no coincidiese, pasados los dos meses desde la primera votación que establece el artículo 99 de la Constitución, con el periodo festivo de la Navidad. Sin embargo, desde que el 3 de octubre se hizo oficial el encargo a Pedro Sánchez, Armengol ni siquiera ha puesto fecha al debate de investidura. Sánchez es quien marca los tiempos y va a agotar los plazos para que, como informamos hoy, no quepa otro intento de Feijóo u otro. Algo censurable, aún más cuando se acusaba al popular de hacer perder el tiempo. Detrás de este anómalo calendario está la realidad de que la articulación de la mayoría que persigue está resultando muy compleja: exige cesiones tan discutibles como una amnistía a los líderes del procés catalán, que conllevaría admitir que el Estado actuó de forma injusta en 2017, como pretende el prófugo Carles Puigdemont, que además reclama un verificador internacional. Este bloqueo debe terminar cuanto antes y asumir si es viable algún Gobierno, incluyendo una gran coalición, o es necesario votar otra vez el 14 de enero.