Desconexión con la calle

Mientras el número de contagios se disparaba en España el Congreso se dedicaba a las grandes ovaciones o a una moción de censura imposible

El miércoles se reportaron en España más de mil contagios de Covid-19 en un solo día. Volvíamos a las cifras de mayo, en lo más duro del confinamiento y en algunas zonas, como Aragón, la presión sobre el sistema sanitario ya se empezaba a notar. En Andalucía, en la misma fecha, el número de brotes activos se situaba en cuarenta y se comunicaban 105 nuevos casos positivos en una sola jornada. Si bien es cierto que las capacidades de diagnóstico por PCR han aumentado sustancialmente y que muchos de los casos que ahora se confirman no tienen la gravedad de los de la primavera pasada, la situación no deja de ser muy preocupante porque demuestra que el virus está lejos de ser controlado. Por eso llama poderosamente la atención lo que ese mismo día y casi a la misma hora sucedía en el Congreso de los Diputados en el último Pleno del periodo de sesiones antes de las vacaciones de sus señorías. Episodios como, por ejemplo, el espectáculo de una bancada socialista abarrotada por todos los diputados y miembros del Gobierno que para el Pleno decidieron no respetar la regla de limitar la asistencia a un 50%. El objetivo era mostrar una adhesión inquebrantable a su líder tras el acuerdo de Bruselas en una ovación interminable en la que no se hubiera sentido extraño el orondo norcoreano Kim Jong-un en la Asamblea Suprema del Pueblo de Pyonyang. O episodios como, por ejemplo, el anuncio de una moción de censura promovida por Vox contra Pedro Sánchez sin ninguna posibilidad de prosperar y sin otro objetivo que poner contras las cuerdas al presidente del Partido Popular, Pablo Casado. Abascal demostró con su torpe maniobra que Vox es ya un partido asimilable a la vieja política y que ha aprendido sus peores vicios. Desgraciadamente, lo ocurrido el miércoles en el Congreso no es una excepción y cada vez se evidencia más la desconexión entre lo que ocurre dentro de sus paredes y las preocupaciones reales de la gente en la calle. Y éste no es un problema exclusivo del Gobierno; afecta en igual medida a todos los partidos.

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