Inquietud ante una negociación a oscuras

El oscurantismo en el diálogo entre el PSOE y ERC está creando un estado de alarma en la opinión pública española

En sus inicios como partido, Podemos solía exigir que las negociaciones políticas debían ser con "luz y taquígrafos". Para la formación morada, la publicidad de lo que se hablaba a puerta cerrada era una medida indispensable para la regeneración del sistema democrático español, pues con esta medida se podría acabar con el "oscurantismo" que imperaba en la vida política española. Ante esta petición se contraargumentaba, y con razón, que una cierta discreción y penumbra siempre son necesarias para que los actores puedan llegar a acuerdos con cierto sosiego, ya que con el método de "luz y taquígrafos" sólo se consigue que los políticos actúen de cara a la galería y un desplazamiento de la auténtica negociación hacia lugares a recato de la mirada de la opinión pública. Con el tiempo y ante el olor del poder -que ahora es más fuerte que nunca-, Podemos ha optado por un método de negociación con el PSOE que no sólo prescinde de notarios y relatores externos, sino que es absolutamente oscuro. Tras unos primeros titulares y declaraciones, en las últimas semanas los ciudadanos desconocemos por completo cómo está avanzando un diálogo del que dependerá su futuro inmediato. Entre la luz y la oscuridad absolutas hay toda una gama de estados intermedios que sería interesante que la mesa negociadora PSOE-Podemos explorase, aunque sólo sea por respeto a los electores. Aun así, no es esta desinformación la que más preocupa a la opinión pública, sino la que se produce también en la otra pantalla donde se está desarrollando la búsqueda de apoyos para la investidura de Sánchez como presidente del Gobierno. Nos referimos a las conversaciones entre el PSOE y ERC, un partido este último que no sólo tiene a sus líderes en la cárcel o huidos por los delitos de sedición y malversación, o que no esconde su intención de finiquitar la soberanía nacional, sino que día a día se empeña en ningunear y humillar (aunque sin conseguirlo) a las más altas instituciones de nuestro Estado democrático, como son la Justicia o la Corona. Más allá de algunos gestos francamente hostiles (como su empeño en dictar a la Abogacía del Estado lo que debe decir), desconocemos el verdadero corazón de las conversaciones entre el PSOE y esta formación republicana e independentista, lo cual está creando un estado de profunda inquietud. Los socialistas no tienen la obligación de poner micrófonos en su conversaciones con ERC, pero sí deberían de informar de cuáles son sus principales opciones en las mismas, más allá de obviedades como el "respeto a la legalidad", etcétera. Al menos, esta actitud ayudaría a descartar temores.

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