Lecciones viguesas para las infraestructuras

Después de las restricciones presupuestarias, cabe la revisión del mantenimiento de las infraestructuras

Con independencia del resultado de la investigación judicial, el colapso de uno de los muelles del puerto de Vigo ha dejado unas cuantas lecciones que deben tomarse en cuenta en el resto del país. La falta de mantenimiento es la principal causa. No ha sido un fallo estructural, sino la dejadez de dos administraciones, posiblemente enfrentadas por razones políticas. Pero esa es otra cuestión. Sin cuidados permanentes, el armazón de acero de los pilotes había quedado a merced del ambiente marino, de tal modo que el metal había quedado reducido a poco más que polvo. La primera lección es que no se puede escatimar en el mantenimiento de las infraestructuras. Aunque a los políticos les gusten más las inauguraciones y a la opinión pública le recompense con las nuevas obras, todas las administraciones deben disponer de presupuestos para mantener puentes, carreteras y puertos. Los recortes presupuestarios de los años de la crisis económica han podido mermar esta necesaria vigilancia, por lo que se hace imprescindible que tanto los propietarios públicos como privados revisen la situación de las infraestructuras más críticas. Algunas deficiencias ya son visibles. En Andalucía hay tramos de algunas autovías muy dañadas después de un año muy lluvioso que requieren intervenciones urgentes. La segunda lección es que no todos los lugares son los adecuados para los grandes conciertos. El de Vigo no es el único puerto que se utiliza para los eventos festivos veraniegos. Lo que han explicado los expertos es que un pantalán no es el sitio para reunir a cientos de personas. En este caso se ha podido producir, además, un fenómeno de acoplamiento de la vibración causado por los saltos al unísono de cientos de persona, un factor que es determinante para explicar el colapso. En Andalucía hay algo más de una decena de puentes que han soportado tráficos excesivos durante muchas décadas, por lo que es de esperar que hayan sido sometidos a las pertinentes revisiones. Algunos de ellos, como el Carranza en Cádiz, ha quedado liberado con la construcción de un nuevo puente paralelo, y es posible que ahora necesite una revisión y reparación a fondo de una infraestructura con medio siglo de antigüedad. Las administraciones públicas -básicamente, el Ministerio de Fomento, la Junta y los ayuntamientos- deben inspeccionar cada una de las infraestructuras que están bajo su responsabilidad y revisar el cumplimiento de los planes de mantenimiento de cada una de ellas.

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