Menores, sexo y violencia: una mezcla alarmante

Nuestros menores deben saber que la sexualidad tiene que ser ejercida con responsabilidad y respeto hacia los demás

En los últimos tiempos estamos asistiendo estupefactos a un aumento alarmante de los sucesos en los que se mezclan tres elementos: menores, sexo y violencia. La suma de estos tres factores suele generar un tipo de noticia que, más allá del morbo con el que son tratadas por algunas televisiones y la totalidad de las redes sociales, nos indican que algo va mal en la educación sexual y afectiva de nuestros niños y adolescentes. Casos como los del colegio del pueblo jiennense de Chilluévar, en el que varios menores violaron a un alumno de 9 años, o la detención de un adolescente de 14 años en Puerto Serrano (Cádiz) como presunto autor de sendos delitos de agresión sexual contra una mujer de 23 años y otra de 42 en el plazo de seis días han provocado que tanto las autoridades como la sociedad en general se lleven las manos a la cabeza y entone el consabido repertorio de lamentaciones. El problema es que, una vez caducado el titular, no se toman medidas y todo vuelve sigue igual.

Evidentemente algo va mal y nada conseguiremos con seguir actuando con la técnica del avestruz. Lo primero que se detecta y sobre lo que habría que actuar es el contraste que existe entre la hipersexualización de nuestros menores y su absoluta falta de educación sexual, lo que unido a la natural falta de madurez se convierte en una mezcla explosiva. Esta hipersexualización se debe en parte al acceso indiscriminado de los menores a contenidos pornográficos en internet. Estamos hablando de todo tipo de imágenes de una dureza y crudeza difícilmente descriptible. Este proceso de cosificación al que se está sometiendo al cuerpo humano (tanto de los varones como de las féminas) está promoviendo que los menores tengan una idea absolutamente deformada de la sexualidad humana. Pero la pornografía en la red no es más que el fenómeno más llamativo y morboso del asunto. Una determinada publicidad, algunos programas de televisión, un sector de la industria musical y muchas modas en general también están empeñados en recortar la edad infantil e introducir muy tempranamente a los menores en un lenguaje verbal y gestual totalmente inapropiado.

Ante esta situación hay que reaccionar con celeridad, mejorando el control de los contenidos sexuales en la red y, sobre todo, educando a los menores tanto en la familia como en los colegios. Nuestros menores deben saber que la sexualidad es un elemento fundamental en la realización humana, y que ésta debe ser ejercida con respeto hacia los demás y responsabilidad.

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