Operación Infancia robada: no a la impunidad

La detención de Ternera, además de ser un acto de justicia, puede servir para aclarar algunos de los 300 crímenes de ETA

La colaboración hispano-francesa, que tantos buenos resultados ha dado en la lucha contra ETA, impulsó ayer una operación conjunta entre la Guardia Civil y el Servicio de Inteligencia Interior del país galo que se saldó, tras 17 años de búsqueda, con la detención del histórico dirigente de la banda terrorista José Antonio Urruticoetxea Bengoetxea, Josu Ternera. La brillante operación se ha denominado Infancia robada, un emocionante homenaje a los niños asesinados en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza y a otros que fallecieron en acciones de ETA como las de Vic (Barcelona), Santa Pola (Alicante), la Dirección General de la Guardia Civil en Madrid y el asesinato de Fabio Moreno en Bilbao. Por esto y por su importancia en el organigrama de la banda criminal, Ternera era el terrorista más buscado por las fuerzas de seguridad españolas.

En general, la detención del terrorista vasco ha provocado la alegría de todos los demócratas españoles y, sobre todo, de las colectivos de víctimas, que esperan que sirva para resolver los más de 300 asesinatos de ETA aún sin resolver. Sin embargo, en medio de este clima de satisfacción, sorprendieron e indignaron las incomprensibles palabras del ex presidente del PSOE vasco Jesús Eguiguren, quien mostró su "sorpresa" por la detención de Ternera, al que califica como "el héroe de la retirada" por su papel "clave" en el fin de la banda terrorista. El PSOE debe exigir inmediatamente a su militante que se retracte de sus palabras y, de no producirse, tomar las medidas disciplinarias que correspondan. Con buena o mala voluntad, Eguiguren ha ofendido gravemente a las víctimas de ETA y al conjunto de la sociedad española. Más allá de este episodio, la operación Infancia robada lanza un claro mensaje a ETA y su entorno: no habrá impunidad para los terroristas que durante años mataron, secuestraron y extorsionaron a miles de personas dentro y fuera del País Vasco, más aún mientras quede algún crimen sin resolver.

En los últimos tiempos se observa claramente un intento del nacionalismo vasco (no sólo de su sector más cercano al terrorismo) de reescribir la historia para intentar presentar un conflicto donde no había buenos ni malos. Nada más lejos de la realidad. Durante los llamados años de plomo, hubo una parte de la sociedad vasca que fue estigmatizada, perseguida y, en muchos casos, asesinada, algunas veces sin encontrar el respaldo y la comprensión de sus vecinos. Pero eso terminó con la derrota de ETA. Ahora, los verdugos tienen que pasar por la Justicia democrática para responder por sus crímenes. Josu Ternera no puede ni debe ser una excepción.

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