Un estado de alarma que salve vidas y empleos

La situación de excepción decretada ayer debe mantenerse tanto tiempo como la realidad sanitaria lo exija, pero sin dañar la ya muy golpeada economía española

El Gobierno de España decretó ayer, como estaba previsto, la declaración del estado de alarma para hacer frente a la segunda ola de la pandemia del Covid-19. Desde las 18:24, momento de su publicación en el Boletín Oficial del Estado en su versión digital, el país se encuentra en esta situación de excepción. Estado de alarma no es sinónimo de confinamiento total, como el que vivimos en las primeras semanas del decretado el pasado 14 de marzo. El declarado ayer pone especial énfasis en limitar la movilidad nocturna al imponer un toque de queda entre las 23:00 y las 06:00 de cada jornada, aunque autoriza a cada autonomía a que adelante o atrase hasta en una hora esos límites en función de su situación sanitaria. La medida parece correcta teniendo en cuenta que el ocio nocturno, no sólo en locales, también en las calles y en domicilios particulares, es una de las brechas por las que el contagio del coronavirus sigue ganando terreno a la lucha por erradicarlo. Para evitar la confrontación política que generaron de marzo a junio las renovaciones cada 15 días del estado de alarma, el Gobierno plantea que la primera prórroga, que sí será en ese plazo conforme al mandato constitucional, sea respaldada en el Congreso de los Diputados por un largo periodo, que se extendería hasta el 9 de mayo de 2021. Consideramos que el estado de alarma debe extenderse tanto tiempo como sea necesario, siempre que su aplicación no dañe a una economía seriamente golpeada por el forzado parón que produjo el confinamiento casi total de la primavera pasada. La prioridad es salvar vidas. Y en segundo lugar, empleos -esto es, empresas-, para evitar que la pandemia desemboque en una grave crisis económica y social. Este apoyo no oculta que volvamos a enfatizar que el presidente Pedro Sánchez debió tomar antes esta iniciativa, en defensa del interés general de la sociedad española, en vez de demorarla con maniobras políticas para lograr el apoyo de partidos críticos con estas limitaciones a los derechos fundamentales. A todos pedimos altura de miras, voluntad firme de diálogo y acuerdo, porque lo que está en juego es la vida y la prosperidad de los españoles.

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