La crispación aumenta en Cataluña

La Fiscalía quiere saber si los Mossos han abierto expedientes a quienes han identificado por retirar lazos amarillos

La crispación viene aumentando en Cataluña desde el inicio del verano porque se ha roto la espiral de silencio que el nacionalismo, primero, y el independentismo, después, habían impuesto en la comunidad. Desde el mes de junio, diversas organizaciones independentistas vienen ocupando los espacios públicos con lazos amarillos. No es que se lleven en la solapa, lo que es absolutamente legítimo, sino que se han llenado plazas de pueblos, balcones de ayuntamientos, fuentes, rotondas y playas. Si esto hubiese ocurrido hace tres o cuatro años, la masa silenciosa catalana habría asistido una vez más al habitual despliegue de la simbología independentista con desdén. Pero las semanas posteriores al pasado 1 de octubre provocaron que quienes no se sienten separatistas saliesen a las calles en amplias manifestaciones. A la colocación masiva de lazos amarillos -símbolo de denuncia contra el encarcelamiento de los líderes del procés-, algunos ciudadanos han respondido quitándolos. Los Mossos se han dedicado a pedir la documentación a quienes quitaban estos símbolos, al menos en la provincia de Tarragona, y de ello venían informando en sus notas de prensa.

La Fiscalía Superior de Cataluña ha abierto una investigación, y desea saber si a estas personas se les ha abierto algún expediente. A ello se une una agresión en el parque barcelonés de la Ciudadela a una mujer que quitaba lazos junto a su marido e hijos. El autor de la agresión niega que el motivo haya sido político, pero casi lo mismo da. Es necesario, hoy más que nunca, que los ciudadanos mantengan la calma, que nadie entre en situaciones provocadoras, que los partidos políticos no agraven unos hechos que de por sí son preocupantes, pero lo que no se le puede solicitar a la gente es que siga políticamente anestesiada. Sí, la crispación sigue aumentando en Cataluña. Es mayor que en los meses anteriores al referéndum del 1 de octubre, y lo es porque las propias autoridades de la Generalitat no dan el ejemplo del respeto a la ley y a las normas de convivencia. Un ex presidente vive huido en Bruselas y el actual rinde pleitesía a este fugado de la Justicia. Los Mossos, que actúan como Policía integral en todo el territorio, han perdido su prestigio al prestarse a ser de parte; al menos, algunos de sus dirigentes. El asunto está abierto a muchos matices, en ambas partes ha habido comportamientos provocadores, pero lo que no es admisible es que el consejero de Interior, Miquel Buch, se niegue a hablar de ello en la Junta de Seguridad de Cataluña, compartida con el Ministerio, porque la competencia del orden ciudadano sea exclusiva de los Mossos.

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