Unas fiestas que pertenecen a la sociedad

La política debe facilitar las celebraciones como la Semana Santa o los carnavales, pero no dirigirlas ni protagonizarlas. Eso corresponde a la sociedad civil

En los últimos días se han anunciado la suspensión o posible suspensión de celebraciones y fiestas que son muy importantes en la vida de los andaluces. Semana Santa, carnavales, ferias o cabalgatas de Reyes Magos ya han sido suspendidas o están a punto de serlo debido a la pandemia del coronavirus que, como ya se ha dicho hasta la saciedad, castiga duramente la sociabilidad tal como la concebimos en una región en la que el contacto humano es parte esencial de los ritos y hábitos cotidianos. Incluso se han llegado a proponer sucedáneos sustitutorios que inmediatamente han sido rechazados por la sociedad civil. La fiesta, o es plena o no es. Llueve sobre mojad porque este año ya hemos visto cómo la Semana Santa, la gran celebración religiosa y sentimental que vertebra antropológicamente Andalucía, no ha podido celebrarse, lo cual ha dejado un poso de tristeza en miles de familias para las que estos días son los más importantes del año. Sin embargo, en contra de los tópicos con los que nos suelen caricaturizar, los andaluces -y especialmente los más afines a este tipo de celebraciones- han demostrado su seriedad y sentido al acatar con serenidad las distintas suspensiones de sus ritos y fiestas más queridos. Y lo harán de nuevo si así se vuelve a decidir durante 2021. Por eso, los políticos deben tomar ejemplo y no marear la perdiz de las fórmulas alternativas. Los gobernantes, siempre dispuestos a invadir los espacios que no les conciernen, especialmente los de la sociedad civil, deben dejar que sean las entidades (cofradías, peñas, etcétera) las que organicen las celebraciones, siempre, lógicamente, dentro de la legalidad vigente y de la normativa anti-Covid. A la política sólo le corresponde facilitar estas expresiones, no dirigirlas. Los andaluces amamos nuestras fiestas y ritos, pero no somos unas marionetas en manos de nuestros gustos y sentimientos. Y, sobre todo, somos conscientes de que vivimos unos momentos especialmente difíciles que requieren de nuestro sacrificio. Tiempo habrá en el futuro de volver a nuestros más queridos ritos.

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