La necesidad de un PSOE centrado

El malestar entre los barones es cada vez mayor y da la sensación de que el PSOE está renunciando a la centralidad, lo que a medio plazo puede ser fatal para el partido

El acuerdo alcanzado por el Gobierno de la nación con Bildu para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado pone en evidencia el preocupante escoramiento de la dirección del PSOE hacia la izquierda. Es cierto que el Ejecutivo no sólo está formado por socialistas, y que el peso de Unidas Podemos a veces se hace notar en exceso a pesar de no encontrarse entre los tres partidos más votados en las últimas elecciones generales, pero se supone que una formación con la historia y la experiencia del PSOE debería saber lidiar con este tipo de situaciones e imprimir a la acción de gobierno un estilo moderado, sin renunciar a sus principios ideológicos. Sin embargo, a estas alturas, parece claro que el presidente Sánchez ha decidido acabar con la trayectoria socialdemócrata y de centroizquierda del socialismo moderno español, algo que ya está molestando a no pocos barones territoriales de la formación y a unas bases que ven con tremenda incomodidad algunas de las últimas decisiones. Al igual que España necesita una derecha moderada alejada del populismo trumpiano que está prosperando en otros países, también requiere de una izquierda centrada que evite la tentación de querer reinventar el país a base de leyes y giros políticos de fuerte contenido ideológico y aventurero. Sánchez no necesitaba los votos de Bildu, pero los ha preferido a pactar con un partido centrado como Ciudadanos. Además, ha iniciado una incomprensible campaña de blanqueo de una formación que aún no ha condenado con claridad el terrorismo nacionalista vasco. A esto se suman leyes que se están tramitando, como la de educación, que están soliviantando aún más el debate político en unos momentos en los que todas las energías deberían estar centradas en la pandemia y la crisis económica. Da la sensación de que el PSOE actual ha cambiado su alma para convertirse en un partido sin rigor y oportunista, capaz de renunciar a la centralidad y a consensos básicos en la política española si ello supone un rédito para su secretario general. Y esta estrategia puede ser sumamente peligrosa para la formación socialista, fundamental para el sistema político español, a medio plazo.

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